PARTE 1 DE 2
Manuel Velázquez
Para qué apoyar la Cultura en un país, en un estado donde existen altos índices de marginación, de violencia, de corrupción, donde faltan recursos para educación y salud… Apoyar la Cultura ¿para qué? De sobra se ha dicho que la Cultura es motor del desarrollo, pero por primera vez a escala mundial, la recientemente adoptada Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas reconoce que “la Cultura, la creatividad y la diversidad cultural desempeñan una función primordial a la hora de afrontar el reto de lograr el desarrollo sostenible.” La UNESCO invita a repensar las políticas culturales.
“Nada hacemos fuera de la cultura” nos dice Sabina Berman “Un país sin arte propio y contemporáneo es una casa de espejos deformados donde aquel, aquella que entra, al mirarse reflejado no se encuentra. O dicho de otra forma, se encuentra deformado, con otro rostro, con otra complexión, otro lenguaje, otro contexto que el propio. Mira su reflejo enajenado de sí mismo.” Lo que hace falta es hacer llegar la Cultura a todos los mexicanos. Sabina Berman insiste: “Desclasar la Cultura: llevarla a todos sin distinción de clase. Socializarla: volverla parte de lo social, que por cierto es la única justificación de que el Estado invierta en ella. Porque si la intención no es que la Cultura toque los corazones de millones de mexicanos, que toque su identidad y enriquezca la textura de sus vidas, invertir en los artistas y su creación es un desperdicio.”
El fallo de la democratización cultural es no permitir al ciudadano ejercer su derecho al disfrute y creación de bienes culturales. Por ello es importante que las instituciones culturales no se enfoquen sólo en la promoción, difusión y subsidio de los artistas y sus productos, ni en llevar bienes o servicios terminados a una comunidad, sino que reconozcan que toda comunidad posee una cultura propia y tiene el derecho a ser partícipe de ella. Para esto, toda comunidad debe involucrarse en los procesos socioculturales y tener herramientas para ser autogestiva. Abogar por la democratización de la Cultura, es decir, que la gente tenga acceso a los proyectos y a los espacios culturales, es la necesidad de luchar por una democracia cultural; pero, ¿cómo generar estos proyectos donde las comunidades puedan participar? ¿qué papel debe jugar el Estado en el impulso de políticas culturales incluyentes? ¿cómo generar opinión respecto a lo que pasa y también respecto a lo que se quiere que pase?
Para el establecimiento de políticas culturales, habrá que saber mirar los numerosos matices, generando estrategias que conduzcan acciones en múltiples sentidos. Los proyectos culturales se pueden construir en diversos niveles. Por un lado, dar a luz a situaciones de diversidad cultural y por el otro, buscar formas de diálogo y de consenso para las distintas posturas. El acceso al patrimonio cultural es la mejor forma de fomentar la diversidad cultural. Cuanto más conocimiento de su patrimonio cultural tiene una sociedad, más capaz es de asumir la diversidad. Asimismo, las políticas culturales deben establecerse en un ambiente de globalización a partir de lo local y siempre en un marco de sustentabilidad, con respeto a la diversidad cultural y la naturaleza. Como señala Ángel Mestres “Cualquier política cultural debe tener un refuerzo identitario, debe reforzar los vínculos comunitarios, sea con la nación, con la región, con la ciudad, con el barrio o con las calles.”
Es fundamental invertir dinero público en la cultura, debe haber más interés y por tanto más capital económico, pero más allá de esto, se necesita también inversión privada y sobre todo que los proyectos sean sostenibles socialmente, económicamente, medio ambientalmente y culturalmente.
Si te interesa el tema de las políticas culturales espera nuestra próxima colaboración, ampliaremos el debate.