Enriqueta Burelo
El derecho a decidir sobre el propio cuerpo es una de las demandas básicas y más antiguas del movimiento feminista. En 1936, se realizó la Convención de Unificación del Código Penal para subsanar las diferencias entre los ordenamientos de las entidades federativas y la capital, donde existía desde 1931 un Código Penal avanzado. En aquella oportunidad, Ofelia Domínguez Navarro presentó una ponencia titulada «Aborto por causas sociales y económicas», basada en el trabajo de la doctora Matilde Rodríguez Cabo. Ambas eran conocidas activistas marxista-feministas, fundadoras del Frente Único Pro Derechos de la Mujer, creado en 1935. Su propuesta consistía en que el Estado controlara y regulara la práctica del aborto dentro de los tres primeros meses del embarazo con el argumento de que «la legalización del aborto tiene la significación de lucha contra el mismo».
#SERÁLEY se repite como una especie de conjuro a lo largo y lo ancho del país por quienes consideramos importante la despenalización del aborto, que tiene como objetivo “preservar la vida y la salud, física y mental, de la mujer embarazada que los solicita, además de ser un medio para el ejercicio de su derecho a la salud, a la autonomía reproductiva, a una vida libre de violencia, a la igualdad y no discriminación y por lo tanto el beneficio mayor sería que toda mujer podría solicitar libremente la interrupción de su embarazo, entre otras razones, cuando se encuentre en riesgo su vida o su salud.” Tal como lo señala la iniciativa publicada en la Gaceta Parlamentaria el 18 de marzo de 2020; impulsada por la presidenta de la Comisión de Igualdad de Género, Wendy Briceño, y las diputadas de diversas comisiones y partidos.
La lucha por la despenalización del aborto, ha recorrido un largo camino, y afortunadamente las nuevas generaciones están más involucradas en la lucha y tienen menos resistencias frente al tema.
Surgió una especie de esperanza con la llegada de un gobierno calificado de izquierda, el cual en realidad es un movimiento que agrupa de chile, de mole y de manteca, desde grupos progresistas, hasta grupos conservadores con fuerte vinculación con iglesias de diversas denominaciones, agrupados en partidos como el PES y también el partido verde que no canta mal las rancheras, proponiendo por un lado la pena de muerte y oponiéndose a la despenalización del aborto.
Y además es curioso, quien dice que la izquierda ha abanderado estos temas, si le damos un seguimiento al tema en los últimos 20 años, nos encontramos que varios gobiernos de izquierda, llamase por ejemplo PRD o Morena, han evadido el tema o hasta han votado en contra. Debería ser un tema de la izquierda, si asumimos que la izquierda es progresista y que está a favor de los derechos políticos de las mujeres.
Hasta el momento solo dos goles hemos anotado la CDMX y Oaxaca, a pesar de que en Chiapas tenemos una historia de lucha en el tema de varias décadas y que pudo ser ley durante el gobierno de Patrocinio González Garrido, en territorio chiapaneco se dio la pelea.
En la gran discusión nacional sobre la despenalización del aborto, saltan a la vista algunas percepciones generales: es una discusión que ahora sí va en serio, ya sea en la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) o desde el Congreso del Unión.
Y me pregunto por qué el tema del aborto, no logra culminar su propósito, simplemente porque significa un triunfo de las mujeres sobre el patriarcado, implica la libre determinación sobre su cuerpo y rompe con un paradigma universal, la naturaleza de las mujeres es ser madres, y además el libre ejercicio de su sexualidad, habrá algo más transgresor que ello.
El aborto debe ser atendido por el Estado como un problema de salud pública. Su penalización ha sido totalmente ineficaz para abatir los altos índices de abortos clandestinos que, en muchas ocasiones, culminan en daños irreversibles y hasta en la muerte de muchas mujeres desvalidas socialmente. La despenalización de algunos abortos no implica fomentar este hecho; en cambio, su penalización significa una grave violación a los derechos fundamentales de la mujer.