Enriqueta Burelo
Nos encerramos y al principio eso nos pareció maravilloso, unas vacaciones, convivencia familiar, disfrutar a los hijos pequeños, días de lectura, de series, hacer ejercicio, dormirse tarde, y de repente hartas de la ausencia de participación, porque finalmente el ser humano es un zoon politikon como diría Aristóteles, somos gregarios, necesitamos la manada, por lo que las nuevas tecnologías fueron nuestro asidero, Zoom, Meet, Jitsi Meet, Blue Jeans y todas las plataformas soñadas, Zoom se convirtió en una empresa millonaria, Zoom by Zoom, la nueva época, pero también, ello cansa, queremos tocar piel, abrazar, no vernos a través de la pantalla, y nos arriesgamos a salir, unos en busca de sustento otros en busca de satisfacer sus necesidades afectivas.
El famoso semáforo, todos rojos, o todos naranja, solo un puntito verde, y lo de verde será por la esperanza, de chica relacionaba el rojo con el infierno, y ahí estamos, sumidos en nuestros pequeños infiernos de querer volver a la vida cotidiana, aunque repelemos de los horarios, del trajín, del jefe, de todo.
Ayer, Lili Téllez, fue aplaudida por muchos aunque yo me sumaría a la pregunta que hizo una tuitera, quien es Lili Téllez, por su interpelación a López Gatell en el Senado, hoy quiere ser gobernadora de Sonora, pobre Sonora pero que mal ha hecho , adversaria de Durazo y Ana Guevara, que sentirá Durazo regresar a esas tierras sin Colosio, se llevará con Luis Donaldo Colosio Riojas en el MC y doña Ana Guevara, que se equivocó de oficina cuando era Senadora, hoy quiere ser candidata del PT a Sonora, dirá el PT, Ana Guevara puede alcanzar a cualquier candidato o candidata, aunque les de ventaja.
En la antigüedad las epidemias se atribuían a fenómenos astronómicos o a la ira de los dioses. Hace pocas décadas se culpaba a los mismos enfermos de la epidemia de SIDA. Hoy, deberíamos de tener la claridad de reconocer que no hay culpables y que señalar, acusar, insultar, solo evidencia una lamentable falta de conocimientos y/o un pervertido gusto por el protagonismo. La incertidumbre crece por opiniones de improvisados epidemiólogos y críticos de consultorio privado con buena intención pero poca visión. Desde luego la rigidez burocrática y la inmovilidad institucional colaboran para el desencuentro.
Que nos queda, cuidarnos a nosotras y nuestras familias, no confiarnos el virus, que irrumpe por nuestras calles, nuestras casas, tomar nuestras debidas precauciones, no podemos esperar como Rapunzel a que nos envíen mensajes de amor, en ocasiones tenemos que bajar de la torre, solidarizarnos, abrazarnos, el ser humano necesita su ración de piel, la batalla contra el Covid-19 no finalizará cuando se levante el estado de alarma y salgamos de casa. No se celebrará abrazándonos en las calles como si fuese la liberación de París. Se parecerá más al final abierto de una película de ciencia ficción
Nos acostumbraremos al uso de tecnología para detectar cuanto antes un nuevo brote —por ejemplo, geolocalizándonos a través de nuestros teléfonos móviles, como sucede ya en Corea del Sur—. Y se estandarizarán medidas que hoy todavía parecen futuristas. Una de ellas es identificar a las personas inmunes y darles un grado de libertad distinto al del resto.
“Es posible que esta crisis provoque cambios en la manera de socializar que todavía no podemos ni imaginar”, dice Ana Lucas, psicóloga y especialista en ansiedad. “Es previsible esperar que haya un impacto cultural, un cambio que afecte sobre todo a la manera de relacionarnos. Los latinos nos tocamos y socializamos mucho y nos vamos a tener que acostumbrar a tocarnos menos. Por decir algo. Es posible que con el tiempo algunos de los hábitos sociales se recuperen, pero nos va a llevar mucho tiempo” y “Siendo honestos, con lo que tenemos por delante es muy temprano para preguntarse: ¿cuánto tiempo podremos estar así?”, asegura Dean. “Es como preguntar a un bombero cuándo te podrás mudar a casa de nuevo mientras tu edificio sigue en llamas”.