Piedra de toque
Ricardo Cuéllar Valencia
Salí de la ciudad de Puebla rumbo a Medellín el primero de marzo de 2020 con el fin de avanzar en dos trabajos de investigación histórica, Vida y obra de José María Melo y las ideas del amor entre Bolívar y Manuelita, disponiendo aproximadamente de dos meses. Lo singular fue la manera cómo el azar fue dejando aparecer sus formas de ser en el devenir de mi destino. Llegué a casa mi hermano William. Por comentarios entre la familia me enteré de una reunión de amigos y amigas de habitantes del otrora barrio El Carmelo, de la ciudad de Bello. Decidí ir. El siete de marzo llego con mi hermano William a una casa en Medellín, la de Morelia Serna; saludo unas pocas personas…minutos después me encuentro con Gladys Gómez. El saludo fue alegre y el entusiasmo floreció de inmediato entre los dos. Conversamos un buen rato, bailamos y quedamos entusiasmados de continuar nuestro diálogo. Reconocí a mi hermana Ruth Yolanda y la vecina Amparo González. Otras y otros apenas por el nombre los recordaba.
Los quince días siguientes me concentré con la biblioteca del Banco de la República y me topé con investigaciones sobre Manuelita Sáenz, la amada de Simón Bolívar y algo sobre el movimiento artesanal colombiano de la primera mitad del siglo XIX; en la muy buena biblioteca de la Universidad EAFIT (Escuela de Administración, Finanzas e Instituto Tecnológico), hallé libros y ensayos que venía buscando, entre ellos, “Noticias históricas de la conquista de Tierra firme…” del fraile Pedro Simón que cuenta de las masacres de los pijaos, raza del general José María Melo. En las tiendas de las dos bibliotecas compré algunos libros de historia y literatura. Me encontraba muy entusiasmado cuando de repente me dicen que será cerrada la biblioteca del Eafit por la presencia del Covid-19. Obligado me refugio a leer en el cuarto que me facilitó mi hermano William en su casa. Apenas salía a tomar los alimentos y en la noche a convivir un rato con él y su esposa Vicky. En esos iniciales días me comunico por el celular, vía watssap, con Gladys e iniciamos un intenso diálogo diario durante 20 días al cabo de los cuales la necesidad de vernos y convivir se nos fue convirtiendo en una urgencia. Decidimos juntar nuestras vidas. Su hijo Ricardo Arturo, joven abogado, nos dejó el departamento para nuestra vida diaria. Lo sorprendente para los dos fue que no medió el habitual noviazgo de visitas y salidas a cenar, ir al cine, caminar por la ciudad… obvio que el encanto y la fascinación fueron inmediatos y mutuos, gracias a que nos habíamos conocido desde jóvenes, ella no pasaba de los 16 años y yo de los 22. Fueron coqueteos relámpagos, sin faltar llamadas telefónicas para dedicarle una canción y uno que otro presente. Fueron fugaces esos encuentros, pero el fuego quedó encendido hasta el siete de marzo del año pasado que volvimos a hablar. Lo singular es que Gladys era amiga de mis hermanas y de mi madre. Yo vivía en los trajines universitarios y esta realidad de conocernos por medio, especialmente de mi familia, ha sido un punto de encuentro clave. Llevamos un año compartiendo y hemos decidido irnos a vivir a México, donde tengo mi casa, con mi grata e indispensable biblioteca y mi vida ordenada en la bella y milenaria Puebla, donde vive mi adorada hija Cinthya Ixchel.
En la cuidad de Bello (nombre que recuerda al gramático Andrés Bello) visité la biblioteca Marco Fidel Suárez (personaje nacido en esta ciudad, de origen humilde, quien llegó a ser un destacado gramático y presidente de Colombia) y allí encontré algunos libros y personas que han sido solidarias y facilitadoras de contactos para mi investigación. Debo mencionar a Carlos Enrique Uribe Restrepo, escritor de un libro fundamental, “Betsabé Espinal, liderazgo fugaz trascendental” (2020), mujer que en los primeros años del siglo XX lideró una serie de huelgas en la ciudad de Bello, población fundamentalmente obrera, quien me presentó a Jandey Marcel Solviyerte, poeta narrador, dramaturgo, traductor y ensayista, hombre con quien he establecido una viva y rica amistad. Un día descubrí, caminando por las calles bellanitas, una librería especializada en obras antiguas y me hice a una serie de libros de mucha importancia y en una segunda vista de repente entré en contacto con un joven egresado de la carrera de historia de la Universidad Nacional, que actualmente estudio una maestría en Arte, David Herrera. Resultó ser conocedor de toda la obra del poeta Helí Ramírez, escritor de origen popular, nacido y criado en la comuna o barrio Catilla de Medellín, cantor en verso y prosa de las realidades que le dieron voz a Helí con una poesía original, transgresora, donde surge un nuevo lenguaje, una nueva poética. Este encuentro con David me ha permitido conocer toda la poesía publicada de Helí, de quién apenas había leído un libro “En la parte alta baja” y me había quedado la intriga de saber más de este poeta, fallecido hace apenas dos años.
Por medio de un amigo de vieja data, Luis Carlos Vargas, reencontrado por intermediación de un poeta amigo común, Rafael Patiño, me presentó al médico Félix Giraldo, un auténtico bolivariano, amigo que me ha facilitado una serie de libros sobre Simón Bolívar, en especial la correspondencia del Libertador con Manuelita Sáenz, esta obra editada en Caracas hace poco; la deseaba hace años pues una idea desde joven he deseado escribir sobre la visión de Bolívar y Manuelita sobre el amor. Sólo conocía fragmentos. Ahora, después de la lectura he pensado varios aspectos para escribir un ensayo, que ya he comenzado. El doctor Félix me ha facilitado varios libros de Juvenal Herrera Torres sobre Simón Bolívar, un líder sindical que conocí en mi época de estudiante de sociología, poeta, además; esta obra es muy importante en tanto trae una serie de documentos muy significativos para conocer la propia palabra del Libertador en las distintas atapas de su vida política y militar, además de escritos de diferentes pensadores europeos y norteamericanos sobre nuestro Libertador.
Al revisar la pequeña biblioteca que dejé hace cuatro años en la finca de mi hermana Aura María de las Mercedes, en el Carmen de Viboral, me encontré con verdaderas joyas bibliográficas de literatura e historia que había conjuntado en el viaje anterior. Uno de ellos es un trabajo de tres mujeres universitarias que han investigado sobre la primera escritora civil colombiana, Josefa Acevedo de Gómez, la cual leo con detenimiento. Lo importante, entre otras cosas, es que doña Josefa es contemporánea de Manuelita y otras heroínas latinoamericanas, asunto que me ha permitido ir desentrañando asuntos que no me había planteado, en especial los campos de reflexión y espacios escriturales de esta escritora, hija de uno de los patriotas que lideró el llamado Grito de la Independencia en Santafé de Bogotá el 20 de julio de 1810: José Acevedo y Gómez. Doña Josefa a mediados del siglo XIX escribió un singular libro, “Cuaderno de la vida privada de algunos granadinos”, en el cual trata de la vida política de su padre, de sus familiares militares y políticos que se destacaron en las lides de la época y de otros personajes. No me han faltado varias biografías, escasas y sustanciales, de Bolívar y Manuelita.
Por supuesto que he recabado información sobre la vida y la obra del general José María Melo y Ortiz, trabajo que me llena de satisfacción pues he logrado reunir documentación muy puntual de distinto orden sobre varios de sus contemporáneos que lo interpretan de diferentes maneras de acuerdo a los puntos de vistas que asumieron.
El año que he vivido en Medellín ha sido verdaderamente único, sorpresivo y deleitoso en varios sentidos. Lo primero es el encuentro del amor con Gladys Gómez, sorpresa, regalo del azar. Ella se encuentra separada y yo también. Los dos deseosos de reordenar la vida afectiva. Nada se opone a nuestros deseos. Hemos conversado despacio y hemos encontrado los puntos débiles y las afinidades esenciales. No se trata de una aventura. Todo lo contrario. La vida nos depara un momento que venimos disfrutando con plenitud y sumo interés.
En la próxima colaboración continuaremos con Josefa Acevedo de Gómez y con Manuelita.