Piedra de toque
Ricardo Cuéllar Valencia
“Riguroso como un geómetra y sensible como un poeta”. Octavio Paz
Vicente Rojo Almazán pintor, escultor, diseñador y editor, nació en Barcelona, España, el 15 de marzo de 1932; falleció el 17 de marzo del presente año, en la Cuernavaca. Estuvo casado con Alba Cama y fue padre de Alba (fallecida en 2016) y Vicente; después su pareja fue la escritora Bárbara Jacobs.
Fue el cuarto hijo del ingeniero Francisco Rojo, un republicano singular, militante comunista, activo en los años de la guerra civil española, quien debió refugiarse en Francia al término de la conflagración, para luego obtener el estatus de refugiado en México, en el gobierno de Lázaro Cárdenas del Río. El reencuentro intenso del hijo con el padre fue decisivo dado que le despertó su capacidad creativa, contó el artista. Vicente Rojo, antes de salir para México había realizado los iniciales estudios de cerámica y escultura, en el 1946, en la Escuela Elemental del Trabajo. Llegó con su madre (¿…?) en 1949. Instalado en México aprendió tipografía y diseño al lado de Miguel Prieto (1907-1956), quien fuera su jefe en el Instituto Nacional de Bellas Artes. Al mismo tiempo, con el apoyo del maestro Prieto, ingresó a la Escuela Nacional de Pintura, escultura y grabado, en la Esmeralda. Allí contó con los maestros Agustín Lazo (1896-1971) y Raúl Anguiano (1913-2006); al poco tiempo abandonó la academia, dado que desde niño no se acomodó a la vida escolar. Se trasladó a la academia de Arturo Souto (1902-1964), donde comenzó a pintar; gracias a sus pláticas se familiarizo con tales disciplinas. Luego trabajó al lado de figuras como Fernando Gamboa (1009- 1990), Miguel Covarrubias (1904- 1957) y Salvador Novo (1904- 1974).
Poco tiempo después llegó a hacer parte integrante de la decisiva Generación de la Ruptura (con artistas como Beatriz Zamora, Almazán, José Luis Cuevas, Roger von Gunten, Alberto Gironella, Vlady, Juan Soriano, Lilia Carrillo, Arnaldo Cohen, Pedro Coronel, Enrique Echeverría, Manuel Felguérez, Fernando García Ponce, Brian Nissen, Gabriel Ramírez Aznar…). Sus trabajos pictóricos y la diversidad de proyectos y disciplinas que cultivó lo convirtieron en uno de los artistas más destacados del momento en México. Es considerado uno de los artistas más influyentes de la segunda mitad del siglo XX-XXI, en México. Su actividad creadora sobresale por haber contribuido a la construcción de la identidad cultural de la república mexicana, se ha señalado. Su actividad pictórica la desarrolló en el abstraccionismo. El en campo del diseño y en el de edición su partición en instituciones y proyectos literarios lo convirtieron en un destacado activista de las letras latinoamericanas.
Llegó a exponer su obra artística en México a partir de 1958 y el extranjero (España, Estados Unidos Cuba, Colombia, Panamá, Alemania…). En los años cincuenta, Vicente Rojo, comenzó su larga carrera en el mundo editorial y en campo del diseño al vincularse en la oficina de ediciones del Instituto Nacional de Bellas Artes (IMBA), donde fue asistente del tipógrafo Miguel Prieto, jefe del área. Más adelante participo en proyectos como la revista Artes de México (1953-1963), de la que fue cofundador; director artístico y diseñador del logo de la revista de Bellas Artes (1965); México en la Cultura (1956-1961), suplemento del diario Novedades, dirigido por Fernando Benítez, del que Vicente Rojo fue director artístico y eventualmente también editor. También colaboró en la revista de la Universidad Nacional Autónoma de México y en el suplemento La cultura de la revista Siempre (1962-1974).
En 1960 Vicente Rojo fundo la editorial ERA, al lado de José Azorín y los hermanos Neus, Jordi y Quico Espresate, formando parte del Consejo editorial y convirtiéndose en su director de arte. Participó en otros proyectos: La Gaceta del F. C. E., en las revistas Nuevo cine y Diálogos; Artes visuales del Museo de Arte Moderno y Plural (1971), la cual diseñó en colaboración con el artista argentino-japonés Kazuya Sakai. Vicente Rojo fue el encargado de presentar la maqueta del diario La Jornada; además de portados de importantes libros, por ejemplo, las de Las batallas en el desierto de José Emilio Pacheco, la de Bajo el volcán de Malcolm Lowry y la de Cien años de (editorial suramericana, Argentina, 1967), de Gabriel García Márquez. En el año 2018 el artista calculó haber elaborado para ERA alrededor 700 portadas y cerca de 200 más para otros proyectos editoriales.
En 1965 Vicente Rojo junto con José Luis Cuevas, fueron invitados por el actor y cineasta Alfonso Arau para participar en la imagen del grupo satírico Los Tepetlates. El proyecto, de vida corta, incluyó al escritor Carlos Monsiváis, quien se encargó de escribir las letras de las canciones. El único álbum que publicaron, que incluye obras de Cuevas y Rojo, se convirtió en objeto de colección.
Del trabajo pictórico de Vicente Rojo en el campo de la abstracción, sobresale “Geometrías”, en el cual recurre a pedazos de caucho y esferas de goma, con una ausencia casi total de pintura. La producción pictórica de Vicente Rojo se caracterizó en la elaboración de Series, la primera de las cuales llamó “Señales”, realizada entre 1964-1965. En 1970 comenzó “Negociaciones”, una de las más famosas y la cual gira en torno a la letra T. Otras obras de Rojo: “País de volcanes”, instalada en la Fuente central de la Plaza Juárez, ubicada en el Centro histórico de la Ciudad de México (2003); “Pérgola Ixca Cienfuegos”, escultura en homenaje al escritor Carlos Fuentes, situada en la colonia Polanco (2008). “Versión celeste”, vitral situado en el patio central del edificio del Nacional Monte de Piedad, en el Centro histórico de la Ciudad de México (2019). “Jardín urbano”, mural en el exterior del Museo Kaluz (2019).
Los reconocimientos, durante su trayectoria, fueron varios: Medalla de oro al mérito en las Bellas Artes, Creu de Sant Jordi (2006), medalla que concede el Ministerio de Cultura y deporte de España. Recibió el doctorado Honoris Causa por la Universidad Autónoma de México. Se le otorgó el Premio Nacional de Ciencias y Artes (1961).
¿Cómo han estado en medio de esta pandemia? Le preguntó un periodista de El Universal (28-08-2020).
“Bárbara y yo estamos recluidos en nuestros estudios aquí en Cuernavaca, pero sin dejar de estar pendientes de todo lo que está sucediendo, que es bastante preocupante. Sigo haciendo mi trabajo, pero no con la soltura, la capacidad o la facilidad de antes de que aparecieran estos bichos. Sigo trabajando, pero con la sensación de que tengo encima de mi cabeza una nube negra que no me deja abrirme totalmente en lo que estoy haciendo. Para nosotros, estar aquí es como estar en nuestra casa, nuestro trabajo; pero no salimos. Uno hace lo que puede hacer. Estoy empezado la serie sobre jardines, aunque sin la soltura que tenía antes de este encierro. Pero hay que hacer intentos y pues tenemos que seguir adelante.
El encierro se convierte en una contradicción: tener el tiempo, pero no la libertad para moverse, se le pregunta.
Sí, es ideal poder estar en casa todo el día, poder tener todo el tiempo para hacer lo que a uno le gusta hacer, pero hacerlo de la manera indicada. Tengo la sensación de que es un futuro un poco inquieto; viendo que casi puedo ser un privilegiado, viendo las muchas personas que están enfermando y las muchísimas que están en esa cosa que llaman “decesos” para no decir que se están muriendo. Puedo seguir haciendo mi trabajo, pero no con la libertad con que lo hacía antes”. Trabajaba en un homenaje a Octavio Paz y Marie-José Tramini en el Colegio San Idelfonso.