Dr. Gilberto de los Santos Cruz
Educar para vivir y para ser libres debería ser objeto de cualquier programa y etapa educativos. Educación Infantil debería ser una educación basada en el amor. «El que amase transforma constantemente». Si nuestro objetivo es conectar con esos pequeños que llegan a las aulas, deberíamos mostrar nuestro lado más humano.
Nuestra primera relación tendría que estar basada en el afecto, en el cariño y sobre todo en la calma, y todo esto nuestros alumnos lo perciben a través de la mirada, de los gestos y, por supuesto, de la voz.
Una vez conseguida la tranquilidad y el apego en el aula, el espacio se convierte en una zona segura donde el pequeño empieza a descubrir quién es y lo que es capaz de hacer. Educar para vivir y para ser felices desde el amor.
Cada alumno tiene unas características, unas peculiaridades que le hace único e irrepetible. Nosotros, Maestros de infantes, tenemos en nuestras manos la capacidad de sacar lo mejor de cada uno de ellos, respetándoles como personas y ayudándoles a crecer en libertad, donde su propia curiosidad les haga protagonistas de su aprendizaje.
Cada uno de ellos tiene necesidades educativas que nosotros debemos cubrir para proporcionarles una seguridad que les permita empezar a confiar en ellos mismos desde el estado de tranquilidad que necesitan.
Nuestros pequeños necesitan descubrir su libertad a través de su autonomía, necesitan pautas para reconocer qué es lo que sienten en cada una de sus interacciones sociales y aprender a gestionar sus emociones. Deben descubrir que su libertad va asociada al respeto y a la responsabilidad. Un niño, cuando empieza a crecer en autonomía, también aprende a autocontrolarse, ya que reconoce que el miedo o el odio no le proporciona la felicidad que necesita para estar bien consigo mismo, y eso lo manifiesta a través del llanto o del enfado.
Los límites en infantil son necesarios, ya que les proporcionan la seguridad necesaria para creer en sí mismos, pero también esos límites cambian en función de las necesidades que ya se han cubierto.
Infantil es una etapa de continuos y necesarios cambios. Es una etapa MÁGICA donde el descubrimiento, la manipulación y la sorpresa forman parte del aprendizaje activo y proactivo.
Educación infantil y dimensión emocional del alumno
Nuestro alumno debe ser libre para expresar lo que siente y cómo se siente, pero nosotros debemos marcar los límites, sin los cuales sí estarían en peligro. Creo, de corazón, que los niños nos enseñan cada día, cada minuto, cada segundo a ser mejores personas. En las asambleas cuando los escuchas, cuando comparten contigo sus momentos, te regalan tanto amor…
En estas pequeñas vidas, TÚ les das la opción de crecer en el amor o en el miedo, coartando o estimulando su libertad y su felicidad. Rafael Guerrero resalta la importancia de la argumentación en la vida de nuestros pequeños para poder cubrir sus necesidades inmediatas. La percepción de nuestros hijos no tiene por qué ser nuestra realidad, por lo que una buena gestión de ella cubre una necesidad, fundamental e imprescindible, para su vida futura.
En este punto, quiero relatar una pequeña historia. La vida nos pone en situaciones muy difíciles a las que tenemos que buscar soluciones. Es importante:
Hablar. Argumentar y escuchar.
Y es algo que forma parte de la educación infantil.
Hace unos años, una familia se quedó sin trabajo. En su desesperación y pasado un tiempo, al papá le ofrecieron un empleo, que por supuesto aceptó.
Su pequeña iba al colegio como todos los días, pero ahora, cuando volvía a casa, papá nunca estaba. La niña, tanto fuera como dentro del colegio, estaba triste porque no veía a su papá. A lo mejor ya no la quería. El papá decidió hablar con la niña y explicarle que, justamente por lo mucho que la amaba, tenía que ir a trabajar, pero que su horario no le permitía verla.
Sin embargo, algo que ella no sabía, era que todas las noches cuando llegaba a casa, iba a la habitación, la besaba y le decía todo lo que la quería. Desde ese día la niña amanecía con un lazo atado a su muñeca para que supiera que papá estaba ahí, con ella, y solo ver ese lazo hacía que la pequeña sonriera y se sintiera feliz. Cuántos problemas podríamos evitar si entendiésemos la importancia del DIÁLOGO también con nuestros pequeños.
Hoy en día, en nuestras aulas de infantes observamos faltas de atención por parte de nuestros alumnos que, en un futuro inmediato, podrían ocasionar trastornos atencionales, entre otros. «Ellos son pequeños, pero su corazón es grande». Los adultos debemos aprender a cubrir sus necesidades tanto en casa (los papás) como en el aula (los maestros).
Es preciso un cambio de mentalidad. La educación no es decir lo que tienen que hacer nuestros alumnos, lo que está bien o mal. Los colores tienen muchos matices.
Sus reflexiones, sus palabras, nos ayudan a entender lo que también necesitan saber. A través de la investigación, del arte como herramienta educativa, podemos trabajar desde muy temprana edad la inclusión y la diversidad. Ya lo dijo Gardner: «Ser diferentes hace más grande y enriquece la educación pudiendo llegar a todos los alumnos a través de sus múltiples inteligencias». Eduquemos para vivir y para ser felices.