Meghan Markle genera debate entre Estados Unidos y el Reino Unido.
PORTAVOZ/ AGENDAS
El príncipe Enrique y su esposa Meghan acudieron recientemente a una gala de beneficencia para veteranos en la ciudad de Nueva York, el príncipe sonriente y condecorado declaró que “estaba viviendo el sueño americano”. Quizá eso sea aún más cierto en el caso de Meghan quien, desde que dejó Reino Unido el año pasado, se ha reinventado como filántropa, empresaria multimedia y defensora de los derechos de licencia familiar.
Sin embargo, incluso mientras conquistaban Manhattan, Meghan se vio afectada por la antigua vida de la pareja en Londres. Meghan dijo que la memoria le había fallado. Pocas veces el contraste entre la vida presente y la pasada de Meghan ha sido tan marcado.
Después de la entrevista que tuvieron con Ophra Winfrey, en la cual Meghan acusó a la familia real de tratarla de manera insensible y racista, ha resurgido en Estados Unidos como una mezcla formidable de celebridad de primera categoría, empresaria, inversora y activista social.
Enrique y Meghan han logrado controlar su imagen con mucha más eficacia en Estados Unidos que en los medios británicos, ella se ha insertado en el debate político estadounidense de una manera que habría sido inconcebible en Reino Unido, donde los miembros de la familia real evitan participar en la política.
Durante su entrevista, usó un broche de amapola roja, una costumbre otoñal común en Reino Unido para conmemorar a los soldados caídos. Cuando se le preguntó por su disputa legal, Meghan evitó dar detalles, excepto para señalar que había ganado una sentencia contra The Mail.
“Solo estoy defendiendo lo que es correcto”, dijo.