Enriqueta Burelo
El movimiento feminista ha ido reinventándose cada día dado que surgen nuevas necesidades, nuevas y viejas violencias, nuevos instrumentos de denuncia, y nuevas generaciones que han hecho sus aportes al movimiento, desde diversas maneras de hacer sentir tu enojo, indignación e impotencia, como no recordar la canción que se convirtió en un himno feminista mundial en cuestión de días: Un violador en tu camino “y la culpa no era mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía”.
Las luchas históricas del movimiento feminista han encontrado en las nuevas tecnologías -en realidad ya no tan nuevas- buenas alianzas para amplificar las denuncias y coordinar estrategias y acciones.
A principios de los noventa surgió en Adelaide (Australia) un grupo de artistas y activistas que se dieron en llamar VNS Matrix y escribieron el primer Manifiesto Ciberfeminista. Tal y como explica Jeanne Pierce, en 1991, en una acogedora ciudad Australiana llamada Adelaide, cuatro niñas aburridas decidieron divertirse con el arte y la teoría feminista francesa. Crearon una especie de mini corporación, VNS Matrix, su primer texto/obra de arte: «A cyberfeminist manifesto for the 21st Century»; realizado como homenaje a Donna Haraway, giraba alrededor de la idea de ciberfeminismo. Como muchas consignas corporativas, el ciberfeminismo cuajó, y como una ola de gloria esparció sus tentáculos hasta lugares lejanos.
Los ceros y los unos a los que hace referencia el título del libro de Sadie Plant tienen, como el propio libro, múltiples lecturas. La aparente simplicidad de la notación binaria en ceros y unos proporciona la base del funcionamiento de los ordenadores; pero ceros y unos son también, simbólicamente y en términos de poder, mujeres y hombres.
El movimiento feminista en diversas partes del mundo, le da un uso diferente a la tecnología ,en este contexto situamos, la difusión del hashtag #SiMeMatan, derivado del feminicidio de Lesvy Berlín Osorio en la Ciudad Universitaria y la reacción generalizada y de algunas autoridades al revictimizarla, nos hizo ver que las mujeres estamos hartas, conscientes y dispuestas a usar los medios tecnológicos para reaccionar ante los eventos de violencia contra las mujeres y protestar en las redes sociales.
La #PrimaveraVioleta —primera gran movilización feminista ocurrida el 24 de abril de 2016— se apropió de la red y del espacio público, generando núcleos organizativos tanto en la Ciudad de México como en otras 40 ciudades de 27 estados.
#SeVaCaer, la marea verde por la despenalización del aborto, la movilización de la brillantina o la revolución del glitter (como símbolo de la lucha feminista contra el feminicidio
Pese a las primeras voces de alerta y temores en torno al coronavirus, la manifestación feminista del 8 de marzo 2020 fue la más grande de la historia mexicana y las pérdidas derivadas del paro del 9 de marzo “para decir basta a la violencia de género” fueron millonarias.
Fue la primera vez que mujeres de generaciones que habían vivido la violencia desde el silencio y el estigma, se movilizaban y hablaban de feminismo. Una de las consignas que más me gustan de estos momentos es “el miedo cambió de bando”. El miedo había estado instalado del lado de las mujeres -si denunciábamos en lugar de víctimas éramos culpables. Ahora, con este acuerpamiento colectivo, el miedo está del lado de los acosadores porque ya nos dimos cuenta de que juntas cambia la relación de poder.
La pandemia demuestra cómo el debate que se despliega en las redes sociales es fundamental al mantener la organización colectiva feminista a pesar del confinamiento y el abandono del espacio público y en un contexto en el cual el discurso presidencial desestima la gravedad de la lucha (aunque #NosotrasTenemosOtrosDatos).
El cambio generacional que sabe apropiarse de los discursos y los usos de la tecnología a través de las plataformas en internet “genera una onda expansiva que inició siendo una detonación promovida por las feministas más jóvenes, pero alcanzó un grado de réplica comunitaria que va más allá de las redes sociales y posiciona el tema en la discusión pública, superando barreras y detonando un rompimiento. No estamos pensando igual hoy —la violencia y el acoso— que antes”.