Cientos de menores dejaron sus estudios para salir a trabajar y ayudar económicamente a sus familias, la mayoría de las niñas, son casados o intercambiados por dinero
PORTAVOZ / AGENCIAS
Los niños se han convertido una vez más en la principal víctima de la crisis humanitaria en Afganistán, con familias empobrecidas que se ven obligadas a tomar medidas desesperadas como el matrimonio infantil o animar a sus hijos a que trabajen, mientras la llegada del invierno empeora la situación.
Sameer, de solo 8 años, vende chicles en el parque de Shar-e-Now en Kabul por menos de dos dólares al día, y aunque lleva consigo un bate para jugar al críquet cada vez que tiene un momento libre, su meta es reunir el dinero suficiente para ayudar a pagar el alquiler de casa, comer, y soñar con convertirse algún día en ingeniero.
La muerte de su padre, un miembro del Ejército afgano, en un ataque suicida en la provincia norteña de Baghlan, obligó a su madre a mudarse con la familia a Kabul en busca de una oportunidad.
SER PADRE Y POBRE
Limitada por las estrictas normas sociales que le impiden salir sola a la calle o acercarse a hablar con extraños, a Shaima le acompaña su hija de 4 años para pedir limosna a los transeúntes. ”No es bueno salir de casa sola, por eso tengo que traer a mi hija conmigo, me duele ver a mi hija mendigando ¿pero qué puedo hacer? Tengo seis miembros en la familia y mi marido está enfermo y en cama, así que no tengo otra opción”, relató.
La pobreza no solo aumentó el trabajo infantil y provocó el aumento de la deserción escolar, además se ve reflejado en un mayor número de matrimonios infantiles.
Abdul Malik entregó a su hija de 9 años después de ser incapaz de devolver una deuda de unos 2.000 dólares que pidió para un negocio de cría de animales que no prosperó. ”En realidad no tenía intención de vender o dar a mi hija en matrimonio, pero pedí prestado dinero para poder ganarme la vida y no conseguí devolverlo. El prestamista me obligó a pagarle. Entonces me dio la opción de darme más dinero y llevarse a mi hija. No tuve otra opción más que aceptar”, reconoció Malik.
En la cultura afgana y en el islam, el matrimonio infantil o la venta de niños están prohibidos y están considerados un delito. Pero “cuando no tienes otra posibilidad para asegurar la supervivencia de la familia, la única opción es esa”, aseguró.
No tuve alternativa, insiste, pero “juro que no iba a dar a mi hija para casarla, solo tiene 9 años”, lamenta.
De acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), los casos de matrimonio infantil en Afganistán están aumentando, con incluso información creíble de familias que ofrecen hijas de tan solo 20 días de vida para futuros matrimonios a cambio de dinero.
Y la situación aún puede empeorar.