Sandra de los Santos / Aquínoticias
Las lecturas que se puedan hacer en torno a todo el proceso y resultados de la revocación del
mandato son tan diversas como quienes las dicen. ¿Quién ganó o quién perdió? ¿Hubo ganadores
o perdedores? ¿Qué sucedió y qué significa esto para el futuro? ¿Alguien quiere pensar en la
ciudadanía?
La revocación del mandato es una herramienta ciudadana que tiene como finalidad destituir a
malos gobernantes o que ya no cuentan con el apoyo de las y los electores antes de que concluya
su periodo para lo que fueron electos. Este mecanismo ciudadano ayuda a que exista una forma
pacífica y democrática para destituir del poder a quien ya no está cumpliendo con su trabajo.
En México, este 10 de abril, fue la primera vez que se realizó un ejercicio de este tipo ya que antes
del 20 de diciembre del 2019 no estaba considerada esta herramienta en la Constitución.
Contrario a lo que sucede en otras partes del mundo, quien impulsó la revocación del mandato en
México fue el propio partido en el poder y el presidente, lo cual parece un contrasentido. Ni las
personas con mayor oposición a Andrés Manuel López Obrador se les había pasado por la cabeza
destituirlo o algo parecido.
Al igual que muchas personas que salieron a votar este domingo, estoy a favor de que nuestra
Constitución se considere la revocación del mandato; sin embargo en lo personal (y por el grado
de abstencionismo que hubo en la jornada de este 10 de abril considero que muchas otras
personas coinciden) creí innecesario el ejercicio en estos momentos.
La ciudadanía demanda del presidente y de todos los actores políticos acciones que ayuden a
castigar y eliminar la violencia en el país; resolver la crisis económica (que no es privativa de
México) después de la pandamia; pero no que hayan adelantado la disputa política por el poder
con mirada al 2024.
Las personas que salieron a votar, según estimaciones del INE, este domingo son entre 17 y 18.2
millones (más de lo que se esperaba), alrededor de 15 millones votó a favor de que el presidente
continúe en el poder. Un voto duro de 15 millones de personas en este país no es nada
despreciable, aunque esto significa también la mitad del número de ciudadanos y ciudadanas que
sufragaron por Andrés Manuel López Obrador en el 2018.
Los contextos del 2018 y ahora son diferentes como lo serán en el 2024. En el 2018 hubo otros
contendientes, campañas políticas, no se sabía con certeza cuál era la forma de gobernar de
Morena y AMLO. Para la revocación hay que considerar que no hubo campaña (al menos no
abierta), no hubo otros contendientes y ya se lleva tres años de gobierno federal, además, de que
el número de casillas disminuyó por la falta de presupuesto. En el 2024 serán seis años en el
gobierno de Morena, habrá otros contendientes y AMLO ya no aparecerá en la boleta.
El 2018 ya pasó, la revocación del mandato también ya debe de superarse, el 2024 está por venir;
lo que es ahora y lo que le ocupa y preocupa a la ciudadanía no es la permanencia o no de un
grupo en el poder, es resolver los problemas estructurales del país. ¿Alguien está pensando en
eso? ¿Se está trabajando en ello? ¿Los grupos en el poder o de oposición tienen eso en la cabeza?
Si pierden de la cabeza lo importante lo que quede por gobernar en el 2024 será un país mucho
más complejo del que ya existe.