Dr. Gilberto de los Santos Cruz
Muere Albert Einstein, físico alemán de origen judío, considerado como el científico más famoso
del siglo XX al desarrollar la Teoría de la Relatividad. Premio Nobel de Física en 1921. Escucha un
comentario sobre Einstein a cargo de Ximena Ortúzar en el programa “Anecdotario”, transmitido
en 2009.
Albert Einstein nació el 14 de marzo de 1879 en Alemania y murió el 18 de abril de 1955 en
Princeton, Estados Unidos.
Es el científico más famoso del siglo XX, dejó para la posteridad grandes teorías, frases imborrables
y la que seguramente es la ecuación más popular de la historia de la ciencia.
En 1905, cuando era un joven físico desconocido, empleado en la Oficina de Patentes de Berna,
publicó su teoría de la relatividad especial. En ella incorporó, en un marco teórico simple
fundamentado en postulados físicos sencillos, conceptos y fenómenos estudiados antes por Henri
Poincaré y por Hendrik Lorentz.
Como una consecuencia lógica de esta teoría, dedujo la ecuación de la física más conocida a nivel
popular: la equivalencia masa-energía, E=mc². Ese año publicó otros trabajos que sentarían
algunas de las bases de la física estadística y de la mecánica cuántica.
En 1915, presentó la teoría de la relatividad general, en la que reformuló por completo el
concepto de la gravedad. Una de las consecuencias fue el surgimiento del estudio científico del
origen y la evolución del Universo por la rama de la física denominada cosmología.
En Berlín en los años 1920, la fama de Einstein despertaba acaloradas discusiones. En los diarios
conservadores se podían leer editoriales que atacaban su teoría. Se convocaban conferencias-
espectáculo tratando de argumentar lo disparatada que resultaba la teoría especial de la
relatividad. Incluso se le atacaba, en forma velada, no abiertamente, en su condición de judío. Su
nombre figuraba, junto al de otros intelectuales alemanes, en las listas de personas consideradas
«un peligro para el país» por el partido nazi. En el resto del mundo, la teoría de la relatividad era
apasionadamente debatida en conferencias populares y textos.
En Alemania, las expresiones de odio a los judíos alcanzaron niveles muy elevados. Varios físicos
de ideología nazi, algunos tan notables como los premios Nobel de Física Johannes Stark y Philipp
Lenard, intentaron desacreditar sus teorías. Otros físicos que enseñaban la teoría de la relatividad,
como Werner Heisenberg, fueron vetados en sus intentos de acceder a puestos docentes.
En 1923 visitó España, entablando relación con José Ortega y Gasset. Al desembarcar en
Barcelona, y dadas las ideas socialistas que profesaba, aceptó una invitación para dar una
conferencia en la sede de la CNT, donde entabló amistad con Ángel Pestaña. Preguntó qué
significaban las siglas CNT (Confederación Nacional del Trabajo), y cuando lo comprendió, y dadas
las ideas anarquistas del sindicato, propuso eliminar la palabra “Nacional”, que en Alemania tenía
connotaciones violentas. En su visita también conoció brevemente a Santiago Ramón y Cajal y
adicionalmente recibió un homenaje del rey Alfonso XIII de España, quien lo nombra miembro de
la Real Academia de Ciencias.
Antes del ascenso del nazismo —Adolf Hitler llegó al poder como canciller el 30 de enero de
1933—, había dejado Alemania en diciembre de 1932 para zarpar inciertamente hacia Estados
Unidos, país donde enseñó en el Institute for Advanced Study agregando a su nacionalidad suiza la
estadounidense en 1940, a la edad de sesenta y un años.
Para la camarilla nazi los judíos no son solo un medio que desvía el resentimiento que el pueblo
experimenta contra sus opresores; ven también en los judíos un elemento inadaptable que no puede ser llevado a aceptar un dogma sin crítica, y que en consecuencia amenaza su autoridad
—por el tiempo que tal dogma exista— con motivo de su empeño en esclarecer a las masas.
La prueba de que este problema toca el fondo de la cuestión la proporciona la solemne ceremonia
de la quema de libros, ofrecida como espectáculo por el régimen nazi poco tiempo después de
adueñarse del poder.
Antes de decidirse por el exilio estadounidense, en 1933 el gobierno de la Segunda República
española ofreció a Einstein incorporarse como investigador a la Universidad Central de Madrid.
Medió en estas gestiones el entonces embajador en el Reino Unido, Ramón Pérez de Ayala, a
iniciativa del ministro Fernando de los Ríos. Finalmente, ante la situación de inestabilidad política
en Europa y el ascenso al poder de la CEDA en España, Einstein declinó la oferta. Ante la
posibilidad de que el científico alemán aceptara el puesto, sectores de la derecha española
mostraron su malestar y hubo algunas reacciones antisemitas. El diario católico El Debate
(vinculado a la CEDA) publicó un editorial el 12 de abril (titulado Todo es relativo) donde se refería
a Einstein como “el judío”; en otro artículo del mismo periódico se negaba que fuese una víctima
de la persecución hitleriana y que su destierro fuera forzado: «El ministro socialista se ha
apresurado a ofrecerle protección. Judaísmo y marxismo se identifican y confunden»,
Einstein, en 1939 decide ejercer su influencia participando en cuestiones políticas que afectan al
mundo. Redacta la célebre carta a Roosevelt, para promover el proyecto atómico e impedir que
los «enemigos de la humanidad» lo hicieran antes:
En 1919, cuando las observaciones británicas de un eclipse solar confirmaron sus predicciones
acerca de la curvatura de la luz, fue idolatrado por la prensa. Einstein se convirtió en un icono
popular de la ciencia mundialmente famoso, un privilegio al alcance de muy pocos científicos.
Sus descubrimientos marcaron un antes y un después en la física, recibió el premio Nobel de Física
en 1921.
Albert Einsten se destacó por su carácter pacifista y antibelicista, por eso tras el estallido de la
primera guerra mundial en 1914, formó parte del Partido Democrático Alemán.
Einstein también fue conocido por participar en la causa sionista, pronunciando diversos discursos
durante los años 20.
De esta manera, cuando en 1948 se creó el Estado de Israel y su primer presidente murió en 1952,
al científico le ofrecieron la presidencia del país pero no aceptó.
En los últimos años de su vida, Einstein impulsó el Manifiesto Russell-Einstein. En él instaba a la
comunidad científica a unirse en contra de las armas nucleares, haciendo más evidente su carácter
pacifista.