Tres periodistas de Chiapas nos platican sobre su propio ejercicio de la maternidad en textos
escritos en primera persona
SANDRA DE LOS SANTOS/AQUÍNOTICIAS
El periodismo, dice Gabriel García Márquez, es el mejor oficio del mundo. Muchas personas que lo
ejercemos estamos convencidas de ello, pero también es un trabajo ingrato porque por diversas
circunstancias son condiciones que no son ideales para quienes quieren ejercer la maternidad.
Invité a compañeras periodistas a un ejercicio en el que contarán su propia historia en primera
persona. Es curioso, pero pocas veces quienes nos dedicamos a este trabajo escribimos desde el
“yo”, regularmente, contamos lo que le sucede a las y los otros, nos alejamos, y nos volvemos solo
contadoras de las historias que vemos, pero no las que vivimos.
Tres compañeras periodistas, desde la primera personas, nos cuentan lo que ha significado para
ellas el ejercicio del periodismo y la maternidad.
CINTHYA LORENA VASCONCELOS
Acostumbrada estoy a hablar de la maternidad, su excesiva romantización y las desigualdades
sobre las cuales intentamos no ahogarnos las que maternamos. Un poco menos acostumbrada
estoy a recibir y bajar de la manera más asertiva posible las reacciones de otras mamás cuando
toco este tema en cualquier espacio. “No todas la sufrimos”, “es lo que nos toca”, “los hijos (en
masculino) son una bendición”, “a mí no me pesa”, etcétera. Siempre recalco, no todas tenemos
una red de apoyo a la mano 24/7. Hablo por mí.
Curiosamente empecé a reflexionar mucho sobre la maternidad y nosotras las mamás cuando
tuve que elegir entre seguir trabajando en lo que me hacía vivir con plenitud: el periodismo, y mi
maternidad. Para ese entonces ya llevaba yo casi 13 años en esta profesión que tuve suerte de
iniciar en mi primer año de universidad gracias a uno de mis maestros.
Elegí criar a mi hija y a mi hijo y dejar de trabajar porque en esta profesión está normalizado no
tener un horario específico, ni horas extras pagadas, ni días de descanso garantizados, y de los
salarios, uff, mejor le paro. Además, tras mi segundo embarazo, la empresaria dueña del periódico
donde trabajaba decidió bajarme el sueldo y de nivel porque ya era mamá de dos, esa fue la
explicación. Y me fui de ahí.
De inicio, en este país ultra machista, no hay condiciones dignas ni justas para maternar y ser feliz.
Te dejan sola y te cargan de culpas y carencias. Hay nulos apoyos para trabajar fuera de casa -o
dentro- y maternar sin que la crianza, lxs hijxs, o una, salga bien raspada por todos lados. Las
mamás vivimos sobrecargadas de tareas domésticas y de cuidados las 24 horas. ¿Es posible
entonces, despertar no deseando que ya acabe el día, mientras respiramos profundo y tiramos
una que otra lagrimita? NO.
Pasé por muchos intentos de regresar al periodismo de manera más activa. Creí ingenuamente en
la ventaja del Internet y las redes sociales, puse en marcha decenas de planes y no, no fue posible.
Siempre terminé eligiendo mi crianza, el bien de las crías ahora en la adolescencia y no me
arrepiento, son mi amor total y mi prioridad.
Permanentemente había algo que atenderles, resolverles, acompañarles, alimentarlos, las
enfermeras, el cuento antes de dormir, en fin, aprendí que llega el momento en el que tienes que
soltar esa idea tan nociva de la súper mamá multitask cuando acabé en una sesión de emergencia
con un terapeuta porque tuve un ataque de pánico derivado del síndrome de bournott. Eso fue
hace un año, en pleno auge de la pandemia por Covid-19.
Con mucha tristeza y también mucho agradecimiento, decidí despedirme de mi vocación, de mis
ganas de cambiar en algo este sistema a través del periodismo. Me estaba frustrando demasiado
ver cómo muchas mujeres periodistas que admiro seguían o iniciaban en este maravilloso camino
y yo, atorada y agotada, queriendo seguir, ser parte de lo que tanto nos gusta hacer y, no poder.
Me tomó años aceptar que la maternidad a ratos es una pesadilla para muchas que criamos solas,
que es una renuncia total a lo que habías sido o querías ser, pero que no vales menos por ser “sólo
una mamá”, ni debes permitir presiones ni prejuicios por quedarte con esa jornada que ya es
bastante y renunciar a tu profesión.
Amo el periodismo, creo firmemente en que dar voz y visibilizar a otras personas sí ayuda a
construir un mundo mejor. Lo hice por un tiempo como quien toma una bebida bien fría en un día
de harto sol, lo intenté a tropezones cuando también debía criar, y sé que tras un merecido
descanso lo retomaré cuando esté convencida de que es el mejor momento para mí. No es que el
planeta se secará sin mi pluma, ja ja ja ja, pero en un largo futuro quiero volver a esos días en los
que la gente me ubicaba como una buena comunicadora por lo que aportaba.
Y esta comunicadora que fui, soy y seré, sabe que ha podido transmitir muchos valores y saberes a
su Renata y a su Mattías, porque estaba formada de periodismo y muchas ganas de mejorar el
mundo de ellxs y de todxs. Pero por el momento, sólo quiero descansar, maternar con una mente
y un cuerpo sanos, y vender muchos pasteles y cafés.
Un día a la vez.
SELENE ÁLVAREZ
Ser mamá y comunicadora es una tarea muy desafiante, ambas requieren de tu entrega completa,
aunque pareciera imposible si se puede, soy comunicadora desde hace 10 años y mamá hace 6
meses, y en ese poco tiempo he querido tirar la toalla y dedicarme sólo a ser mamá, pero entiendo
que mi hijo necesita a su mamá Feliz y yo soy feliz con mi carrera.
La decisión que más conscientemente he tomado, ha sido la de ser mamá, pero las condiciones
actuales complican todo, la sociedad y algunos familiares te tachan de “mala madre” porque
decides seguir trabajando, toda la responsabilidad cae en las mamás, si bien tengo la dicha de que
mi pareja ejerce su paternidad aun así es difícil.
Seis meses debería ser el tiempo en el que una mamá tendría que pasar con su bebé, seis meses
recomienda la OMS de Lactancia Exclusiva, seis meses es el tiempo en el que el bebé deja de ser
tan demandante y en el que su sueño se ha casi establecido, pero únicamente te dan 83 días de
permiso por maternidad, eso si eres una persona que tiene la oportunidad de estar asegurado, en
caso contrario sólo son 40 días e inmediatamente tienes que reincorporarte a tu trabajo. No, no
existen las condiciones para ser mamá y comunicadora.
LAURA PATRICIA MONTESINOS
Desde que era adolescente estaba convencida de querer ser madre, mi meta era a los 30 años,
luego de que me sintiera económicamente estable. Me casé a los 28 y a los 29 fui madre, no fue a
los 30, pero casi. Pese a los pronósticos médicos pude ser madre, todas y todos te hablan mucho
de la maternidad, pero no es hasta que lo vives, cada una de una manera diferente, si alguien me
pregunta qué sentimiento te describe ser mamá, es miedo.
Desdé los 24 años me desempeñé como editora, nueve horas al día, cinco días de la semana, me
gustaba mucho ser editora, pero me quedaba muy poco tiempo para ser madre, y no es que
cuando trabajas no lo seas. Cuando pasó mi incapacidad fue la primera vez que dude mucho en
regresar a trabajar, al volver sentía un vacío muy feo, una culpa muy pesada porque ¿para qué ser
madre? si no estarás con ella, eso me decía yo. Eran nueve horas en el trabajo con el dolor de
pecho por la lactancia, con el cansancio de la noche, pero todo valía la pena con verla al llegarme a traer… Ya perdí la cuenta de las veces que he pensado dejar de trabajar, más cuando se ha
enfermado y difícilmente me quieren dar permiso, pero las cosas se han acomodado y a mi marido
le ha tocado ejercer su paternidad con más disponibilidad.
Ser mamá no cambió en nada mi ritmo de trabajo, ni para bien ni para mal, todo fue exactamente
lo mismo, consideraciones muy pocas al igual que empatía.
Paula casi cumple tres años, y esta acostumbrada a dejar a su mamá en el trabajo e irla a recoger,
sabe que trabajo para que no le falte su leche, así le digo, y aun así a veces me pide que mejor no
vaya a trabajar.
Seguramente me seguiré preguntando si preferiría estar en casa con ella, y llevarla al kinder e ir a
las juntas, no descartare la posibilidad, pero por hoy, soy mamá y reportera.