Entre los fallecidos por la explosión en un hotel de La Habana hay cuatro niños, una
embarazada y una turista española. No se tienen noticias de una docena de trabajadores del
alojamiento
PORTAVOZ / AGENCIAS
Los peores pronósticos se han cumplido. La violenta explosión originada por una fuga de gas
que destruyó el viernes el hotel Saratoga, en el corazón de La Habana Vieja, ha provocado una
tragedia que crece a medida que pasan las horas: ya son 35 los muertos confirmados, incluidos
cuatro menores de edad y una mujer embarazada, además de la turista española Cristina
López-Cerón Ugarte, de 29 años y natural de Viveiro (Lugo), cuyos restos serán repatriados a
Galicia en los próximos días. Su novio, el coruñés César Román Santalla, un año mayor, está en
estado grave, pero tras ser intervenido quirúrgicamente en un hospital de la capital cubana se
encuentra estable, está consciente y empieza a recuperase, dijo el cónsul general español en
La Habana, José Antonio Hernández Pérez-Solórzano, que informó que sus familiares ya están
junto a él en La Habana.
Según el último parte oficial, 24 heridos continúan ingresados en diferentes hospitales, de los
cuales 19 son adultos y cinco niños. En total, siete personas están en estado crítico y seis han
sido reportadas como graves. La cifra de víctimas mortales podría crecer aún más en los
próximos días, pues según las autoridades hay una docena de trabajadores del Saratoga
desparecidos y podrían estar atrapados bajo los escombros en el sótano y las zonas bajas del
hotel, donde en estos momentos los bomberos y fuerzas de rescate trabajan sin descanso para
encontrar posibles sobrevivientes, si bien las esperanzas son escasas 72 horas después de la
explosión. En el momento del accidente se encontraban en el establecimiento 51 empleados,
de los cuales de 13 no se ha tenido noticias hasta el momento. En la noche del domingo, los
rescatistas recuperaron cuatro cadáveres de entre los escombros.
El Saratoga, un hotel de lujo de 96 habitaciones, llevaba cerrado dos años debido a la
pandemia y su reapertura estaba planificada para el 10 de mayo. Al parecer, fue en las labores
de reacondicionamiento de la instalación cuando se produjo al accidente, mientras un camión
cisterna suministraba gas licuado al establecimiento y una fuga hizo estallar los depósitos de
almacenamiento. Uno de los sobrevivientes, que trabajaba en cocinas, dijo que durante las
operaciones de suministro percibió una fisura en una de las mangueras por donde se escapaba
el gas, y momentos después se produjo la explosión, que hizo estallar los depósitos de
combustible del inmueble y provocó el derrumbe de varias plantas del edificio, de seis alturas,
dejando sepultadas a decenas de personas, coches y autobuses bajo una montaña de cascotes
que en algunos lugares alcanzó casi la altura de una planta del inmueble.
La Habana, y la isla entera, quedaron conmocionadas por las terribles consecuencias de la
explosión del Saratoga. Se trata de la peor tragedia de este tipo ocurrida en Cuba en décadas.
El presidente, Miguel Díaz-Canel, dijo que se investiga ahora si fue un fallo humano o técnico el
que desencadenó la desgracia, de la que, dijo, “hay que sacar experiencias para evitar que
sucesos similares se repitan”.
La explosión del hotel, situado frente al Capitolio Nacional, al comienzo del Paseo del Prado,
una zona muy concurrida y donde hay numerosos comercios y una escuela, ocurrió el viernes
sobre las 11 de la mañana, hora local. En el momento de la explosión, cientos de personas se
encontraban en los alrededores del Saratoga, y desde la difusión de las primeras imágenes se
apreció que los daños, humanos y materiales, serían inmensos. El estallido echó abajo parte de
la fachada y provocó el derrumbe de parte de la instalación, afectando severamente a dos
edificios de viviendas colindantes, y provocando daños de diversa consideración en otros
veinte.
Las brigadas de rescate y salvamento continúan trabajando en el sótano del hotel retirando los
escombros y tratando de llegar a las zonas donde se piensa que podrían estar los trabajadores
desaparecidos. Sin embargo, el derrumbe de los suelos de la planta baja dificultan las tareas y
la maquinaria pesada no puede trabajar con la rapidez que se quisiera por temor a golpear la
inestable estructura del edificio, que corre serio riesgo de derrumbe.
El Gobierno cubano valoró inicialmente la posibilidad de que se tratara de un atentado, pero el
propio Díaz-Canel lo desestimó poco después. “No ha sido ni una bomba ni un atentado, ha
sido un lamentable accidente”, confirmó el mandatario cubano, que señaló que las familias
afectadas por los destrozos ocasionados por la explosión han sido trasladadas a “lugares
seguros mientras se realizan acciones de recuperación”. “Estamos centrados en la atención a
las personas, a los familiares de los fallecidos y también de quienes se encuentran
hospitalizados. El trabajo de las instituciones de salud y equipos de rescate y salvamento ha
sido inmediato”, dijo Díaz-Canel, señalando que el país estaba “conmocionado”.
El embajador español, Ángel Martín Peccis, y el cónsul general, José Antonio Hernández Pérez-
Solórzano, se ocupan en estos momentos de de que los restos de la turista española fallecida,
que era graduada de Economía y empleada del banco online Abanca, sean repatriados cuanto
antes. Cristina López-Cerón Ugarte y César Román Santalla habían llegado a la isla a pasar unas
vacaciones y paseaban por la zona del Saratoga cuando se produjo la explosión y recibieron el
golpe de la onda expansiva.
La explosión del hotel, situado frente al Capitolio Nacional, al comienzo del Paseo del Prado,
una zona muy concurrida y donde hay numerosos comercios y una escuela, ocurrió el viernes
sobre las 11 de la mañana