Tseltales, tsotsiles, mames, tojolabales y mayas, fueron los pioneros en la cosecha de café que es
comercializado en todo el mundo
CARLOS RUIZ/PORTAVOZ
FOTO: JACOB GARCÍA
Los continuos avances en el sector de la agricultura han logrado que diversos grupos indígenas se
involucren en los aspectos económicos, sociales, ambientales, políticos y de salud que con lleva
esta práctica.
Los cambios en la demanda y el consumo de alimentos buscan llegar a niveles altos de
sustentabilidad, en pocas palabras se trata de un modelo de cultivo libre de síntesis química o
todo sustituto que incremente la fertilidad del suelo.
La producción orgánica de café se inició hace 55 años, en una finca del Soconusco de la entidad,
que propuso un esquema de trabajo más amigable con el medio ambiente, debido al modo de
trabajar la tierra de los grupos originarios, dado que, ellos son más respetuosos con nuestro
ecosistema en general.
Ante la crisis cafetalera de 1989, los pueblos originarios retomaron las prácticas ancestrales,
intensificaron la mano de obra y normas con el respaldo de la Federación Internacional de
Movimientos de Agricultura Orgánica (IFOAM).
Los principales productores de café orgánico son pequeñas comunidades indígenas que habitan en
la entidad, Oaxaca y Puebla, ellos han pulido el producto y lo comercializan a mercados de
especialidad a cambio de una retribución económica.
Tan sólo en Chiapas, la población tseltal, tsotsil, mam, tojolabal y mayas, son los más preocupados
por la obtención del café de calidad y la protección al medio ambiente, sin embargo, la cosecha del
cacao, vainilla, jamaica, mango, frijol, manzana y miel, cobraron fuerza en los últimos años.
Asimismo, la entidad se encuentra dentro de los estados con mayor producción orgánica de
alimentos con el 32 por ciento, seguido de Oaxaca con el 17.3 por ciento y muchos de estos
productos son comercializados en Alemania, Francia, Italia, Estados Unidos de Norte América,
Canadá y Japón.