El Gobierno de Nuevo León ha tomado diferentes medidas para enfrentar la crisis, entre ellas,
tratar convencer a las grandes empresas para que cedan agua de sus pozos y redirigirla al
consumo urbano
PORTAVOZ / AGENCIAS
La crisis que vive Monterrey deriva de una sequía que se ha prolongado por casi seis años,
temperaturas cada vez más elevadas, mala planeación de las autoridades y uso excesivo de
agua por parte de la población, de acuerdo con expertos y funcionarios. La situación obligó al
Gobierno estatal a declarar un estado de emergencia en febrero y a implementar duras
medidas como la reducción en el suministro de agua a sólo siete horas del día, de 4:00 a 11:00
horas.
Sin embargo, pese a las promesas del Gobierno, habitantes de distintas zonas de la ciudad han
denunciado falta total de agua por periodos extendidos, incluso por un mes. Esta situación los
ha obligado a recurrir a una frenética compra de tinacos (depósitos plásticos), agua
embotellada y camiones cisternas que en ocasiones son ofrecidas por las autoridades de
manera gratuita.
Juan Ignacio Barragán, director de Agua y Drenaje de Monterrey —la agencia encargada del
suministro de agua para consumo urbano en la ciudad— dijo que las cada vez más elevadas
temperaturas en la región y la escasez de lluvias han profundizado la crisis.
“Es una situación que nos obliga a tener que racionar el agua para poder tener una distribución
equitativa en toda la ciudad”, dijo a la AP.
Las presas El Cuchillo, Cerro Prieto y La Boca registran actualmente un almacenamiento
históricamente bajo con 45 por ciento, dos por ciento y ocho por ciento, respectivamente, de
acuerdo con cifras oficiales. Barragán dijo en una conferencia el 15 de junio que el agua
almacenada en Cerro Prieto y La Boca sólo alcanzaba para unos cuantos días más de abasto.
“Estamos a la espera de precipitaciones, lamentablemente este año ha sido muy seco”, dijo en
entrevista.
El funcionario, que asumió el cargo hace poco más de ocho meses, dijo que además de la falta
de lluvias las autoridades de la anterior administración —que gobernó el estado del 2015 al
2021— permitieron un manejo desordenado de las presas hasta que quedaron en niveles
críticos de almacenamiento.
Barragán dijo que en esta temporada del año la ciudad normalmente requiere de 16 mil 500
litros por segundo para la población, pero que la situación actual de las presas y pozos sólo
permite ofrecer unos 13 mil, lo que ha derivado en las restricciones.
El Gobierno actualmente busca crear conciencia para que la población utilice cada vez menos
agua, ya que históricamente los consumidores han abusado del recurso, declaró Barragán. El
funcionario dijo que en promedio los usuarios en Monterrey y el área metropolitana
históricamente han utilizado entre 160 y 170 litros por persona al día, muy por encima de los
100 litros que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS).
De acuerdo con el Monitor de Sequía de América del Norte, 56.18 por ciento del territorio
mexicano experimenta algún tipo de sequía. El monitor, elaborado por expertos de Estados
Unidos, Canadá y México, indica que la mitad del estado de Nuevo León se encuentra en la
categoría de “anormalmente seco” y el resto experimenta algún tipo de sequía.
La intensa sequía también ha abierto un debate sobre los efectos del cambio climático en la
región. Por ejemplo, al anunciar el estado de emergencia en febrero, el Gobernador Samuel
García dijo que esto no sólo era producto de falta de infraestructura y mala administración de
Gobiernos anteriores, sino del cambio climático.
“Para todos aquellos que no creen en el cambio climático, aquí están las consecuencias. Esta
es una evidente consecuencia del cambio climático, una tierra semidesértica la hace más
seca”, dijo en conferencia de prensa.
Brenda Sánchez, exfuncionaria de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales
federal y actual legisladora estatal en Nuevo León, coincidió al decir que se requiere de
acciones urgentes para combatir las consecuencias reales del cambio climático en la región.
Expertos sostienen que la actual sequía está relacionada con el fenómeno meteorológico de La
Niña, que ocasiona mucha o muy poca lluvia dependiendo de las condiciones de cada región y
cuyos efectos se han intensificado por el cambio climático.
Ante la crisis las autoridades estatales y federales han implementado un programa de
construcción de decenas de pozos superficiales y profundos para incrementar las fuentes de
abastecimiento.
Además han anunciado nueva infraestructura como un acueducto que incrementará la
capacidad de abasto de agua hacia la ciudad desde la presa El Cuchillo, la más grande del
estado. Una cuarta presa en el municipio de Linares está actualmente en construcción.
Recientemente las autoridades estatales y federales también informaron de un plan para
combatir el “robo de agua” por parte de ranchos que desviaban el recurso proveniente de los
ríos que alimentan las presas.
El Gobierno estatal además ha buscado convencer a las grandes empresas para que cedan
agua de sus pozos y redirigirla al consumo urbano. Decenas de compañías gozan de permisos
federales desde hace décadas para explotar mantos acuíferos con los que mantienen activa su
producción.
Esa agua no proviene de las presas, sino de mantos acuíferos y pozos someros y subterráneos
controlados por las empresas a través de los permisos, dijo a la AP Luis Alatorre, funcionario de
la Comisión Nacional de Agua federal (Conagua).
Pero los expertos sostienen que, aunque estas acciones pueden tener efectos positivos, aún no
es posible saber si las medidas serán suficientes para solucionar la crisis.
La ambientalista Rosario Álvarez, de la organización no gubernamental Pronatura Noreste, que
ha analizado los impactos de la sequía en Nuevo León, señaló que las acciones actuales del
Gobierno llegaron tarde.
“El problema más reciente es que no planeamos para la actual sequía, tenemos varios años en
donde la precipitación es menor a la media, no hemos tenido grandes huracanes”, dijo Álvarez.
“Se junta una falta de infraestructura importante, con un desconocimiento de todos de las
características de la zona en donde vivimos y una mala administración del poco recurso que
teníamos”.
Ismael Aguilar-Barajas, economista e investigador del Centro del Agua para América Latina y el
Caribe del Tec de Monterrey, coincidió en que una “mala planeación” y condiciones
climatológicas desfavorables explican la actual crisis.
Agregó que el alivio a la crisis muy probablemente vendrá en la forma de un huracán, que
regularmente azotan la región, pero que la planeación preventiva también es necesaria ante
los niveles de la sequía.
Mientras se acentúa la sequía en medio de elevadas temperaturas que han alcanzado niveles
récord -el mes de mayo fue el más caluroso en la historia del estado con temperaturas que
rebasaron los 40 grados Celsius-, la desesperación aumenta.
Mientras se acentúa la sequía en medio de elevadas temperaturas que han alcanzado niveles
récord -el mes de mayo fue el más caluroso en la historia del estado con temperaturas que
rebasaron los 40 grados Celsius-, la desesperación aumenta