Karla Barajas
TRAZOS III
Lorena Escudero
Cuando madre sale, o vigila la entrada, o simplemente no mira, nosotros, que no somos esclavos
del tiempo ni los quehaceres, dibujamos en la pared.
Nos dibujamos a nosotros mismos, esgrimiendo armas poderosas con las que imaginamos cazar
animales más carnosos, grandes y sacrificados que las ratas que en realidad nos alimentan.
Madre siempre se enfada. Nos reprocha que, en el futuro, cuando otras gentes descubran esta
cueva, tendrán una idea equivocada de lo que fue nuestra vida. No entiende de arte.
El microrrelato “Trazos III” forma parte de la antología personal “Partículas fundamentales”
(Ediciones Chicatana, 2023) de la escritora Lorena Escudero, donde reúne una selección con
minificciones publicadas en los libros Negativos (Editorial Torremozas, España, 2015); Formulario
(Editorial La Tinta del Silencio, México, 2019); Incisiones (Quarks Ediciones Digitales, Perú, 2021);
Oxímoron (Nazarí Ediciones, España, 2022), ganador del I Premio Iscariote al mejor libro de
microrrelatos publicado en España en 2022.
La autora utiliza diversos recursos literarios en cada una de sus propuestas. Su estética es
impecable y ella una mente implacable a la hora de escribir. En el caso de “Trazos III”, el manejo
de la ambigüedad y el vacío hacen que los lectores puedan encontrar el sentido e intención de la
autora, pero interpretar el texto de diversas formas. Al leer los dos primeros párrafos de su
escrito, entendemos que la madre sale de su hogar, deja a los hijos solos y se aburren, así que
pintan las paredes. Desde este momento, Escudero deja una serie de indicios, y los dosifica de tal
manera que se crean ciertas teorías: la frase “las ratas que en realidad nos alimentan” podría
indicar que los niños se encuentran en una situación de descuido, es decir no hay un papá que los
cuide cuando su mamá se va y ellos tienen que cazar roedores para no morir de hambre, sin
embargo, al leer el párrafo completo: “Nos dibujamos a nosotros mismos, esgrimiendo armas
poderosas con las que imaginamos cazar animales más carnosos, grandes y sacrificados que las
ratas que en realidad nos alimentan”. Sin embargo, leyendo el tercer párrafo en donde menciona
“cuando otras gentes descubran esta cueva, tendrán una idea equivocada de lo que fue nuestra
vida. No entiende de arte”. Caemos en la cuenta de que, en realidad se trata de niños que vivieron
en una cueva hace unos 40 000 años y los dibujos a los que refiere son pinturas rupestres,
primeras manifestaciones artísticas. Estas imágenes distorsionarán o reescribirán la historia, ya
que la versión de hechos se sustituye y se repite hasta que terminan aceptándola como verdadera.
Los rasgos que sitúan la trama en este período corresponden al campo semántico relacionado con
el arte, la visualización y la creación.
La ambigüedad en el microrrelato permite encontrar múltiples funciones e intenciones en el texto
y descubrir cuál es la historia que se nos está contando. El ángulo irónico justifica el cierre del
microrrelato, pero también podríamos preguntarnos cómo saben los niños que están haciendo
arte o cómo la madre intuye que esas pinturas serán interpretadas en su futuro. Si los personajes
tienen conciencia de estos conceptos, podría tratarse de un texto distópico, donde la gente vive
en cuevas, y se alimenta de ratas y por ello, tienen conciencia de los conceptos complejos como
son el arte e historia.
Me quedaría con la primera teoría, puesto que la autora domina la ironía y el humor. Además, ha
dejado una serie de guiños que nos permite entender que se trata de pinturas rupestres. Pese a la
brevedad y al tono, la minificción es más compleja.
Los protagonistas del microrrelato son los hijos, quienes narran en primera persona del singular.
Su forma de ver la vida y la creatividad pueden ser indicios de que son niños. El reproche a la
incomprensión de la madre, el no juzgar que los dejen solos y contar la historia de manera objetiva
hace que conozcamos cómo son en su interior. La autora juega con la idea de niños rayando las
paredes, que se trata de una etapa comprendida entre los 4 y 6 años. “La teoría del desarrollo
cognitivo señala que a partir de los dos años los niños comienzan a dibujar. Para el psicólogo Jean
Piaget, el dibujo forma parte de un “juego simbólico” en el que los pequeños tratan de representar
su realidad” (Rivera, 2022).
Este podría ser uno de los elementos para deducir que son niños de esas edades, además “Sara
Nieto, especialista en psicología infantil, comenta en su libro El Dibujo infantil y el Niño que
cuando los pequeños dibujan muestran aspectos de su personalidad, lo que permite conocer su
estado de ánimo y emociones; así como entender su desarrollo” (Rivera, 2022).
Es decir, a la mamá no le importa el estado de ánimo o emociones en sus hijos. Está preocupada
por qué dirán acerca de lo que sus descendencias hacen, de lo que piensen de su vida a partir de
las expresiones de los pequeños. Encuentro una profundidad en esto, puesto que en la mayoría de
las madres que conozco y de una servidora, esto es un motivo de preocupación constante, que
molesta, y puede llegar a intentar anular la creatividad o cualquier rasgo de personalidad en los
hijos. Ahí radica la fuerza del texto, es decir, no concluye con una risa al entender que son pinturas
rupestres, porque más allá de la época, aborda a la creatividad y expresión artística de los niños,
que contrasta con la visión de una madre quien encuentra en esta expresión un motivo por el que
pueden tener una idea errada de su vida. Entonces, encontramos una crítica social.
El lenguaje es directo y sencillo. La metáfora “esgrimiendo armas poderosas” refuerza una idea
que es el acto de dibujar en la pared comparado con armas.
Así, encontramos tres trazos en un microrrelato, la distorsión histórica; el ver al arte como un
peligro y anularlo a temprana edad; y esas relaciones complejas entre la madre (autónoma), sus
hijos y la sociedad.
Rivera, Astrid (2022). ¿Tus niños rayan las paredes? ¡Te decimos por qué lo hacen! Baby Daily.