La historia es de una absoluta vulgaridad humana, puesta en boca de perros, y una enfermiza
obsesión en torno al sexo
PORTAVOZ / STAFF
SINOPSIS
Comedia de acción y aventura para adultos que protagoniza Reggie, un terrier ingenuo, demasiado
ingenuo, y optimista hasta la médula. Este perro parlanchín cree que su amo Doug, un tipo
desagradable y despreciable, es el mejor amor del mundo. Cuando su adorado amo le abandona,
Reggie se ve solo en las despiadadas calles de la ciudad. Será allí donde conocerá a un grupo de
perros callejeros, y en seguida se convertirán en amigos y compañeros. Comenzará entonces una
épica aventura perruna, plagada de gamberradas, con el objetivo de que Reggie vuelva a casa, y
pueda vengarse de su antiguo dueño. Y es que, el ingenuo terrier se ha dado por fin cuenta de que
Doug era un tipejo tóxico y desalmado, que quería deshacerse de él.
CRÍTICA
Uno no puede evitar preguntarse en qué momento se decidió dar el visto bueno e invertir en
determinados proyectos. Vida perra es uno de esos casos, una historia en la que las cabezas
pensantes que hay tras ella parecen creer que hacer la vulgaridad perruna la hará menos vulgar.
No es así.
Cada uno de los personajes a los que se les da voz en la cinta comparten algunos rasgos: una
grosería compulsiva y una simpleza absoluta. Desde la primera secuencia, el guion demuestra ser
una bobada magnánima, revela una obsesión enfermiza en torno al sexo –como si solo se pudiera
hacer comedia alrededor de ello– y está repleto de diálogos aburridos y bromas de mal gusto
reiteradas hasta la saciedad. El conjunto está entregado a un humor sin gracia, chabacano, que
con suerte –y, si es así, preocupantemente– hará reír al público menos exigente.
Toda la serie de mensajes positivos sobre los que intenta concienciar el film, como el maltrato
animal, el egoísmo humano o las relaciones tóxicas, caen en saco roto y, por momentos, hasta
parece frivolizar con ellos. Así, esa forzosa lectura comprensiva se acaba viendo nublada por el
despropósito de una película sin tacto, sin filtro y sin trascendencia.