El fenómeno de El Niño combinado con los efectos del cambio climático han complicado
acceder a este recurso
PORTAVOZ/AGENCIAS
Un camión cisterna reparte agua en las empinadas calles de La Calera, vecina de la capital
colombiana Bogotá. Desde hace semanas esta región considerada rica en recursos hídricos
sufre una escasez sin precedentes por el fenómeno de El Niño y el cambio climático.
Alertada por la bocina del automóvil, Clara Escobar sale de su casa con cubos en cada
mano para asegurar unos cuantos litros. Desde febrero, este municipio de 36 mil 000
habitantes pegado a Bogotá sufre cortes en el servicio del acueducto, puesto que el caudal
del arroyo que abastece el 70 por ciento del agua ha disminuido drásticamente.
Además, los embalses se están secando a una velocidad alarmante, lo que llevó a las
autoridades de la capital y diez poblaciones aledañas a decretar un racionamiento.
Antes de la medida que inició este jueves y afectará a unas 10 millones de personas,
habitantes en La Calera ya abrían las llaves sin que saliera una gota de agua, dado que la
alcaldía local ordenó desde comienzos de año una restricción de cuatro horas diarias sin
servicio.
SEQUÍA “CRÍTICA”
La organización ambientalista Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por su siglas en
inglés) califica a Colombia como una “potencia hídrica mundial” por sus humedales, ríos,
lagos, lagunas, y ciénagas, la mayoría de ellos en los Andes.
La Calera está en las faldas del parámo Chingaza, cuyos embalses proveen el 70 por ciento
del agua que llega a Bogotá. Pero el nivel de ellos bajó y dejó al descubierto islas de tierra.
Según las autoridades es su peor momento desde 1980, cuando fueron construidos.
El alcalde local, Juan Carlos Hernández, describe cómo se ha vaciado la quebrada de San
Lorenzo, fuente de agua del municipio. “Se nos ha bajado el caudal: de 23 litros por
segundo que teníamos la posibilidad de captar hemos bajado hasta nueve, diez litros por
segundo”, alerta.
La ministra de Ambiente, Susana Muhamad, calcula que recién a finales de abril o inicios
de mayo volverá a llover con la fuerza suficiente para aliviar la emergencia en los
embalses.
El alcalde de Bogotá ha dicho que cada gota cuenta, por lo que incluso pide a los
habitantes de la ciudad bañarse en pareja. También pide que si la gente no saldrá de su
casa, no se bañe: “El domingo no va a salir de su casa, aproveche y no se bañe”, dijo.
RACIONAMIENTO
En Bogotá y los demás municipios afectados por el racionamiento, los barrios no tendrán
agua durante 24 horas cada 10 días dependiendo del turno que les corresponda. “La
situación es crítica”, reconoce el alcalde, Carlos Fernando Galán.
En dos semanas, las autoridades evaluarán si se extiende la medida. Galán no descarta
que la emergencia continúe hasta finales de año, con restricciones más blandas.
Lorena Lee, de 46 años, adelanta que cerrará su negocio cuando La Calera tenga el turno
de racionamiento.
“Obviamente esto afecta un día de ventas, es un peso porque los valores en arriendos,
servicios (públicos) no paran, pero no hay nada que hacer”, lamenta.
En enero, la falta de lluvias ocasionó cientos de incendios forestales en Colombia que
consumieron unas 17,100 hectáreas de bosque. En la capital, los cerros orientales de la
ciudad ardieron por varios días.