La labor de informar y denunciar hechos de interés público, coloca a periodistas en la mira de grupos criminales
ARGENIS ESQUIPULAS/PORTAVOZ
El 7 de junio se celebra en México el Día de la Libertad de Expresión, una fecha que debería ser motivo de júbilo y reflexión, pero que en el contexto actual, se tiñe de preocupaciones y desafíos. Esta celebración no debe confundirse con la libertad de prensa, puesto que aunque están relacionadas, son conceptos diferentes y ambos enfrentan serias amenazas en el país.
La Real Academia Española define la libertad de expresión como el derecho a manifestar y difundir libremente ideas, opiniones o informaciones. Por otro lado, la libertad de prensa se refiere a la facultad de imprimir cuanto se quiera sin previa censura, siempre sujeto a las leyes. Este matiz es crucial para entender la naturaleza de cada libertad y sus implicaciones.
Thomas Rodham, autor del blog Philosopher’s Beard, destaca que la libertad de expresión es un concepto inherente al individuo, inseparable del respeto a la libertad de pensamiento. La libertad de prensa, en cambio, se aplica a los medios masivos de comunicación, los cuales, aunque no son individuos, desempeñan un papel vital en la difusión de ideas y la vigilancia del poder. Sin embargo, Rodham subraya que los medios deben estar libres del control gubernamental, lo que no implica una ausencia total de regulación.
La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos protege la libertad de expresión en su artículo 6, donde se establece que “la manifestación de las ideas no será objeto de ninguna inquisición judicial o administrativa, sino en el caso de que ataque a la moral, la vida privada o los derechos de terceros, provoque algún delito, o perturbe el orden público; el derecho de réplica será ejercido en los términos dispuestos por la ley. El derecho a la información será garantizado por el Estado”.
Además, el mismo artículo añade que “toda persona tiene derecho al libre acceso a información plural y oportuna, así como a buscar, recibir y difundir información e ideas de toda índole por cualquier medio de expresión”.
La libertad de expresión, por tanto, es una prerrogativa individual que permite a las personas comunicar sus pensamientos, emociones e ideas mediante palabras, gestos, movimientos corporales, dibujos, señas y símbolos. No depende exclusivamente de los medios de comunicación, aunque estos juegan un papel crucial en amplificar y diseminar dichas expresiones a una audiencia más amplia.
No obstante, en muchas ocasiones, se ha confundido la libertad de expresión con la libertad de prensa. El artículo 7 de la Constitución aborda específicamente la libertad de prensa, estableciendo que “es inviolable la libertad de difundir opiniones, información e ideas, a través de cualquier medio. No se puede restringir este derecho por vías o medios indirectos, tales como el abuso de controles oficiales o particulares, de papel para periódicos, de frecuencias radioeléctricas o de enseres y aparatos usados en la difusión de información o por cualesquiera otros medios y tecnologías de la información y comunicación encaminados a impedir la transmisión y circulación de ideas y opiniones”.
Este artículo subraya la prohibición de la censura previa y la protección contra la coacción indirecta sobre los medios de comunicación. En ningún caso, añade, podrán secuestrarse los bienes utilizados para la difusión de información, opiniones e ideas como instrumento del delito.
VIOLENCIA CONTRA PERIODISTAS: UNA REALIDAD INQUIETANTE
El ejercicio de la libertad de expresión y de prensa en México enfrenta amenazas constantes, especialmente la violencia contra periodistas. En el estado de Chiapas, estos ataques han sido particularmente preocupantes.
El 13 de mayo de 2023, el periodista Carlos Gordillo sufrió un ataque armado mientras se desplazaba en su vehículo en Simojovel. Aunque salió ileso, este incidente subraya el peligro constante que enfrentan los comunicadores. Gordillo solicitó la intervención del Gobierno de Chiapas y de la Fiscalía General del Estado, recibiendo el respaldo de varios medios y colegas que exigieron justicia y protección.
Anteriormente, el 10 de enero de 2023, José Eduardo Torres denunció un intento de atentado en su contra en Tapachula. Dos hombres encapuchados intentaron ingresar a su domicilio, forzando la puerta antes de huir al ser descubiertos por vecinos. Este intento de ataque dejó a Torres en alerta y solicitando un seguimiento adecuado por parte de las autoridades.
Un suceso trágico ocurrió el 28 de octubre de 2021, cuando Fredy López, un reconocido periodista de San Cristóbal de Las Casas, fue asesinado afuera de su casa. López, conductor de noticias en XERA-Radio Uno, fue atacado por un individuo que logró huir tras dispararle. La comunidad periodística quedó profundamente impactada por su muerte, que sigue siendo un recordatorio doloroso de los riesgos inherentes a la profesión.
El 22 de septiembre de 2018, Mario Gómez, un reportero de El Heraldo de Chiapas, fue trágicamente asesinado en Yajalón, Chiapas. Este lamentable suceso se ha convertido en un símbolo de la vulnerabilidad en la que se encuentran los periodistas en esta región de México y ha subrayado la urgente necesidad de mejorar las condiciones de seguridad para aquellos que se dedican al ejercicio del periodismo.
Mario Gómez fue interceptado por sujetos armados cuando salía de su domicilio, dispuesto a cumplir con sus responsabilidades periodísticas. Los agresores, sin mediar palabra, le dispararon en el abdomen, causándole heridas fatales. A pesar de la asistencia médica inmediata que recibió, Gómez no pudo sobrevivir a las lesiones infligidas. Este asesinato a sangre fría no solo arrebató la vida de un comunicador comprometido, sino que también puso de manifiesto la peligrosidad de la labor periodística en Chiapas.
Los periodistas en Chiapas, al igual que en otras partes de México, enfrentan una situación de extrema vulnerabilidad. Las amenazas, intimidaciones y ataques directos se han convertido en una realidad cotidiana para muchos de ellos. La labor de informar y denunciar hechos de interés público a menudo los coloca en la mira de grupos criminales y de aquellos que buscan silenciar las voces críticas.
La muerte de Mario Gómez es un claro recordatorio de las difíciles condiciones en las que operan los periodistas en Chiapas y de la urgente necesidad de implementar medidas de protección efectivas. Es imperativo que las autoridades no solo condenen estos actos de violencia, sino que también tomen acciones concretas para prevenirlos.
Esto incluye la profundización de las investigaciones para llevar a los responsables ante la justicia y el establecimiento de mecanismos de protección que permitan a los periodistas realizar su labor sin temor a represalias.
La exigencia de justicia por parte de los familiares, colegas y organizaciones de derechos humanos es una medida crucial para detener esta preocupante serie de ataques contra la libertad de prensa en la región. La impunidad en los casos de agresiones a periodistas solo perpetúa un ciclo de violencia y silenciamiento que socava los pilares fundamentales de una sociedad democrática.
En memoria de Mario Gómez y en solidaridad con todos los periodistas que continúan trabajando bajo amenazas, es esencial que se fortalezcan las garantías para el ejercicio seguro del periodismo en Chiapas. Las autoridades deben asumir su responsabilidad de proteger a quienes desempeñan un rol tan vital en la sociedad, asegurando que la verdad y la información puedan fluir sin obstáculos ni intimidaciones.
Solo mediante un compromiso firme y decidido para proteger la libertad de prensa y castigar a los responsables de estos crímenes, se podrá avanzar hacia un entorno más seguro y justo para los periodistas en Chiapas y en todo México.
¿QUÉ CELEBRAMOS REALMENTE?
En medio de este panorama, la pregunta inevitable es: ¿qué celebramos realmente el 7 de junio? La fecha, lejos de ser un motivo de celebración, se convierte en una jornada para reflexionar sobre los retos y peligros que enfrentan quienes ejercen la libertad de expresión y la libertad de prensa en México.
La violencia contra periodistas y la impunidad en estos casos son alarmantes. De acuerdo con Reporteros Sin Fronteras, México es uno de los países más peligrosos del mundo para el ejercicio del periodismo. La intimidación, los ataques y los asesinatos de periodistas no solo afectan a los individuos y sus familias, sino que también socavan el derecho de la sociedad a estar informada.
La protección de la libertad de expresión y de prensa no debe limitarse a proclamaciones constitucionales y celebraciones simbólicas. Es necesario un compromiso real y sostenido por parte del Estado y la sociedad para garantizar que estas libertades sean efectivas y seguras para todos los ciudadanos.
El Día de la Libertad de Expresión debe ser una oportunidad para demandar un entorno seguro y libre para la práctica periodística. No basta con recordar a quienes han sido víctimas de la violencia; es imperativo trabajar activamente para prevenir futuras agresiones y asegurar que los responsables de estos crímenes sean llevados ante la justicia.