Hombres armados ingresaron a Llano Grande y se llevaron por la fuerza a más de una
decena de personas
ARGENIS ESQUIPULAS/PORTAVOZ
En un sombrío retorno a la violencia, la Sierra de Chiapas vuelve a ser escenario de
terror. Los habitantes de diversas comunidades de este estado mexicano han alzado la
voz para denunciar una serie de secuestros masivos perpetrados por grupos
criminales. Las denuncias, que han sido difundidas ampliamente en redes sociales,
provienen de pobladores de Laguna del Cofre, Llano Grande y Nueva Independencia.
Según los informes preliminares, hombres armados ingresaron a la comunidad de
Llano Grande, situada en el municipio de Ángel Albino Corzo, y se llevaron por la fuerza
a más de una decena de personas, tanto hombres como mujeres. En Laguna del Cofre,
perteneciente al municipio de Montecristo de Guerrero, también se registraron
secuestros similares. Las víctimas, cuyo número exacto aún se desconoce, podrían
sumar varias decenas, según se rumora.
La situación se agrava con la incapacidad de las autoridades para ingresar a la zona
afectada, debido a bloqueos carreteros instaurados por los mismos grupos criminales.
Estos bloqueos, ubicados estratégicamente en el poblado de Nueva Independencia,
también en el municipio de Ángel Albino Corzo, han impedido la llegada de elementos
de la Guardia Nacional y del Ejército Mexicano. Las vías de acceso han sido obstruidas
con troncos y piedras, colocados por la base social de los criminales con el fin de
dificultar cualquier intervención gubernamental.
Durante el intento de bloqueo, los residentes fueron sorprendidos por un ataque
armado. Los delincuentes, aprovechando la confusión y el miedo, ingresaron a la
comunidad y perpetraron los secuestros masivos. La cantidad total de víctimas sigue
siendo un misterio, aumentando la angustia y la incertidumbre entre los habitantes de
estas regiones.
Las autoridades locales y federales han sido fuertemente criticadas por su incapacidad
para controlar la violencia y proteger a los ciudadanos. Los habitantes de Chiapas,
cansados y desesperados, claman por una intervención eficaz que pueda poner fin a la
escalada de terror que los mantiene en constante zozobra.
En las últimas semanas, Chiapas ha sido testigo de un incremento alarmante en los
niveles de violencia. La presencia de grupos criminales y su constante pugna por el
control territorial han transformado a comunidades enteras en zonas de guerra. El
secuestro masivo reportado recientemente no es un incidente aislado, sino parte de
una cadena de eventos violentos que ha dejado un rastro de miedo y desesperación
entre los pobladores.
Las redes sociales se han convertido en el principal medio de denuncia y comunicación
para los habitantes de las zonas afectadas. A través de estas plataformas, se ha
difundido información crucial sobre los secuestros, permitiendo que la situación se
conozca a nivel nacional e internacional. Sin embargo, la difusión de estos hechos
también ha expuesto a los denunciantes a posibles represalias por parte de los grupos
criminales, aumentando aún más el riesgo para quienes buscan justicia y seguridad.
Organizaciones de derechos humanos han expresado su preocupación por la situación
en Chiapas, instando al Gobierno a tomar medidas urgentes para proteger a los
ciudadanos y restaurar el orden en las comunidades afectadas. Han enfatizado la
necesidad de una respuesta coordinada y efectiva que no solo enfrente la violencia
criminal, sino que también aborde las raíces del problema, incluyendo la pobreza, la
falta de oportunidades y la corrupción.
Mientras tanto, los habitantes de Llano Grande, Laguna del Cofre y Nueva
Independencia viven en un estado de constante alerta, temiendo que los secuestros
masivos sean solo el principio de una nueva ola de violencia. Las comunidades
afectadas han comenzado a organizarse, buscando formas de protegerse y resistir ante
la amenaza omnipresente de los grupos criminales. Sin embargo, sin el apoyo y la
intervención efectiva del Gobierno, sus esfuerzos podrían no ser suficientes para
detener la marea de violencia.
La situación en la Sierra de Chiapas es un reflejo de una problemática más amplia que
afecta a varias regiones de México, donde la lucha por el control territorial entre
grupos criminales ha desencadenado una crisis de seguridad sin precedentes. La
respuesta del Gobierno será crucial para determinar si estas comunidades podrán
regresar a una vida normal o si continuarán viviendo bajo la sombra del miedo y la
incertidumbre.
Hasta el momento, las autoridades no han emitido un comunicado oficial sobre los
secuestros masivos reportados. La falta de información y la incertidumbre sobre el
paradero de las víctimas han generado una atmósfera de desesperación entre los
familiares y amigos de los secuestrados, quienes claman por la pronta liberación de sus
seres queridos.
En medio de este panorama desolador, la voz de los pobladores de Chiapas se alza con
fuerza, exigiendo justicia y una solución definitiva a la violencia que los aqueja. La
comunidad internacional observa con preocupación, esperando que el Gobierno
mexicano tome medidas decisivas para enfrentar esta crisis y devolver la paz a las
tierras chiapanecas.
La situación sigue siendo crítica y el reloj avanza. La intervención rápida y efectiva de
las autoridades es crucial para salvar vidas y restaurar la esperanza en estas
comunidades asediadas por el crimen y la violencia. Los habitantes de la Sierra de
Chiapas esperan, con el corazón en un puño, que el socorro llegue antes de que sea
demasiado tarde.
A finales de junio, una noticia perturbadora sacudió la región de Chiapas: una masacre
que dejó un saldo de 19 personas sin vida. El enfrentamiento, que tuvo lugar en el
municipio de La Concordia, fue protagonizado por presuntos sicarios del Cártel de
Sinaloa y miembros del Cártel de Chiapas y Guatemala. Este hecho violento es un
reflejo más de la brutal lucha por el control territorial entre grupos del crimen
organizado en la zona.
La noticia de la masacre comenzó a circular rápidamente en redes sociales antes de
que las autoridades emitieran algún pronunciamiento oficial. Videos impactantes
mostraron los cuerpos de varias víctimas apilados en un tractocamión. Poco después,
se reportó a los números de emergencia la presencia de múltiples cadáveres sobre las
carreteras que conectan a la comunidad de Jaltenango de la Paz, en el municipio de
Ángel Albino Corzo, con la ranchería La Reforma.
La escena del crimen fue macabra: la mayoría de los cuerpos (14) estaban en la caja del
camión de volteo, dos más en la cabina, otros dos en la carpeta asfáltica y uno más a
100 metros sobre la carretera. La Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana
(SSPC) informó que seis de las víctimas tenían identificaciones emitidas por el
Gobierno de Guatemala, lo que apunta a la posible participación de sicarios de grupos
paramilitares de Chiapas y Guatemala.
Aunque las autoridades no confirmaron oficialmente qué grupos criminales estuvieron
involucrados en el enfrentamiento, los documentos encontrados en las víctimas
sugieren la implicación de las mencionadas células delictivas. Días después de la
masacre, un nuevo video circuló en redes sociales, mostrando un convoy de presuntos
integrantes de una importante organización criminal ‘patrullando’ la entrada a la
cabecera municipal de Ángel Albino Corzo. Este acto de demostración de fuerza
subraya la intensa lucha de poder que se vive en la región.
Existe otro grupo con presencia en Chiapas, aunque ha visto debilitado su control
desde septiembre de 2023. En esa fecha, camionetas con pistoleros de una
organización enemiga, ingresaron triunfalmente en la región, un evento que también
fue registrado en videos donde se observó a los pobladores aplaudiendo y celebrando
la entrada de los hombres armados. Este cambio de poder evidencia la volátil y
peligrosa dinámica del crimen organizado en Chiapas.
La masacre de La Concordia es solo una de las muchas tragedias que han afectado a
Chiapas en los últimos años. La lucha entre las células delictivas no solo ha dejado un
rastro de muerte y desolación, sino que también ha generado un ambiente de miedo e
incertidumbre entre los habitantes. Las autoridades locales y federales enfrentan un
desafío monumental para restaurar la seguridad y el orden en la región.
La comunidad y las organizaciones civiles han exigido una respuesta contundente del
Gobierno para frenar la violencia y proteger a los ciudadanos. Sin embargo, la
complejidad del conflicto y la profunda infiltración de los grupos armados en diversos
niveles de la sociedad dificultan la implementación de soluciones efectivas.
La masacre de La Concordia es un trágico recordatorio de la violencia y el caos que el
crimen organizado han sembrado en Chiapas. Con organizaciones delictivas luchando
por el control territorial, la población local se encuentra atrapada en medio de una
guerra brutal. La necesidad de una estrategia integral y coordinada para combatir el
crimen organizado es más urgente que nunca, para poner fin