Los infantes son los más afectados por las consecuencia del conflicto, quienes experimentan hambre y rezago educativo
CARLOS RUIZ/PORTAVOZ
San Clemente, un pequeño pueblo en el municipio de Pantelhó, ha sido casi abandonado debido a la violencia generada por los grupos armados El Machete y el Ejército Civil Indígena. De los 110 habitantes registrados por el Instituto Nacional de Geografía, Estadística e Informática (Inegi), solo quedan 60, viviendo en un constante estado de miedo y precariedad.
Una residente de la comunidad, describe con angustia cómo los ataques comenzaron hace dos años, tras la desaparición de 21 personas en la cabecera municipal, desde ese entonces, hombres armados disparan desde los tejados de las casas, lo que obliga a las familias a refugiarse en el monte. Los niños, en particular, sufren las consecuencias, quienes pasan días sin comer debido a los ataques que suelen empezar al amanecer.
El reciente ataque a la comunidad de Tzanembolom, donde 200 personas se han refugiado en una escuela primaria, ha agravado la crisis de seguridad. La violencia afecta a San Clemente y no deja otra alternativa a las familias más quehuir. El párroco de la iglesia de Chenalhó, Enrique Sánchez Díaz, señaló la incapacidad de las fuerzas de seguridad para controlar la situación y esto impide la entrega de ayuda humanitaria a las víctimas de desplazamiento forzado.
La tragedia se profundizó el 14 de junio, luego de que una familia de seis integrantes fue asesinada. Los cuerpos que no pudieron ser sepultados en la cabecera municipal, descansan ahora en un terreno de la escuela primaria. Las marcas de balas y los vidrios rotos en las viviendas son testigos silenciosos de la violencia. La actividad escolar permanece suspendida para salvaguardar a los niños, niñas y adolescentes, pero la crisis solo aumenta su rezago educativo y reduce el acceso a un mejor futuro.
La falta de una respuesta efectiva por parte de las autoridades ha dejado a cientos de familias en un estado de incertidumbre y abandono. Es urgente no solo proporcionar ayuda humanitaria, sino también intervenir para restaurar la paz y la seguridad en Pantelhó, permitiendo a los desplazados regresar a sus hogares y reconstruir sus vidas.