Pese a la presencia de Sedena y GN, grupos criminales siguen disputándose el control del territorio, utilizando tácticas más sofisticadas
ARGENIS ESQUIPULAS/PORTAVOZ
Los habitantes de la zona Sierra del estado de Chiapas han encendido las alarmas a través de redes sociales, alertando sobre una situación crítica que se desenvuelve en su región, caracterizada por enfrentamientos constantes entre grupos de delincuencia organizada. Esta área, ubicada en la frontera con Guatemala, se ha convertido en el epicentro de una violencia intensa, especialmente en los municipios de Frontera Comalapa y Chicomuselo.
Desde el pasado fin de semana, la región ha sido escenario de numerosos ataques armados y bloqueos en las principales vías de acceso, sumando un total de 19 narco bloqueos en las localidades mencionadas. Esta ola de violencia ha forzado a muchos residentes a huir en busca de refugio, generando una crisis humanitaria sin precedentes en la zona.
Un video compartido en redes sociales proporciona un desgarrador testimonio de la realidad que enfrentan los habitantes de la Sierra de Chiapas. En el video de 45 segundos de duración, se observa a un grupo de personas, incluidos jóvenes, refugiándose en una casa mientras se desatan balaceras en las inmediaciones. La desesperación es palpable mientras intentan protegerse de los disparos y buscan desesperadamente un lugar seguro.
El sonido de disparos continuos se mezcla con las voces de quienes graban, que instan a los presentes a agacharse y esconderse para evitar ser alcanzados por las balas. “Logramos escapar, pero está muy fuerte la balacera. Agáchense, agáchense, aquí está muy fuerte los tiros y no hay para dónde salir”, se escucha en el video. La tensión es evidente cuando el narrador instruye a los demás a colocarse sobre el piso y refugiarse contra la pared para minimizar el riesgo de ser alcanzados por el fuego cruzado.
La gravedad de la situación en la Sierra de Chiapas subraya la urgente necesidad de intervención para proteger a los civiles afectados por la violencia. Las imágenes y testimonios difundidos en redes sociales destacan una crisis humanitaria en desarrollo, donde los enfrentamientos entre grupos criminales han generado un ambiente de inseguridad y desolación.
La violencia continúa azotando la región Sierra de Chiapas, específicamente en los municipios de Siltepec y Chicomuselo, donde los enfrentamientos armados entre grupos del crimen organizado se han intensificado, dejando a la población civil en medio del fuego cruzado. Desde julio de 2021, la región Sierra y Fronteriza de Chiapas ha estado sumida en una espiral de narcoviolencia que parece no tener fin. A pesar de la presencia de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y la Guardia Nacional (GN), los grupos criminales siguen disputándose el control del territorio, utilizando tácticas cada vez más violentas y sofisticadas.
El pasado fin de semana, la situación se agravó con una embestida de un grupo del crimen organizado, exacerbando aún más el clima de inseguridad. La población civil de Siltepec y Chicomuselo no solo sufre los embates directos de la delincuencia, sino que además es obligada a participar en bloqueos de carreteras y es utilizada como ‘carne de cañón’ en los enfrentamientos.
Los videos que circulan en redes sociales muestran la crudeza de estos enfrentamientos. En uno de ellos se puede observar cómo las balas cruzan el aire, mientras la población civil se ve atrapada, sin poder escapar del peligro. La falta de respuesta efectiva por parte de las autoridades ha dejado a estas comunidades en un estado de indefensión total.
Los habitantes de la región viven con el constante temor de ser víctimas de la violencia. “Ya no podemos salir tranquilos a la calle, siempre estamos con el miedo de que nos pase algo”, comenta un residente de Chicomuselo que prefirió mantenerse en el anonimato por seguridad.
Organizaciones no gubernamentales y defensores de derechos humanos han levantado la voz, alertando sobre la grave situación que se vive en la Sierra y la Frontera de Chiapas. Han señalado la necesidad de una intervención más efectiva por parte del Gobierno federal para garantizar la seguridad de la población y restablecer el orden en la región.
El impacto de la violencia también ha tenido repercusiones económicas y sociales. Los bloqueos de carreteras, impuestos por los grupos criminales utilizando a la población civil, han dificultado el transporte de bienes y personas, afectando la economía local. Además, el reclutamiento forzado de jóvenes para integrar las filas de estos grupos delictivos está desintegrando el tejido social de las comunidades.
A pesar de los esfuerzos de la Sedena y la GN por controlar la situación, la narcoviolencia sigue siendo una realidad palpable en la región. La presencia militar y policial no ha logrado disuadir a los grupos criminales, que continúan operando con impunidad.
Los habitantes de Siltepec y Chicomuselo hacen un llamado urgente a las autoridades para que implementen medidas más contundentes y efectivas para proteger a la población civil y poner fin a la violencia. “Necesitamos que el Gobierno nos escuche y haga algo para detener esta guerra que estamos viviendo”, expresó con desesperación un líder comunitario de Siltepec.
Mientras tanto, la vida en estos municipios sigue marcada por el miedo y la incertidumbre. Las familias intentan continuar con sus actividades diarias, pero siempre con el temor latente de ser víctimas de la violencia que no cesa. La situación actual no solo afecta a las comunidades directamente involucradas, sino que también representa una amenaza para la estabilidad de todo el estado. La población de Siltepec y Chicomuselo no puede seguir viviendo bajo el yugo de la violencia, y es responsabilidad de las autoridades garantizar su seguridad y bienestar.
En medio de una creciente ola de violencia en Chiapas, el 20 de julio se vivió una nueva escalada en la confrontación entre dos importantes células delictivas. Durante esta jornada, se registraron al menos 13 bloqueos carreteros en distintas regiones del estado, los cuales estaban custodiados por civiles armados.
La situación ha generado una preocupación alarmante entre los habitantes y las organizaciones de derechos humanos. En respuesta a los hechos, la Red Nacional de Organismos Civiles de Derechos Humanos Todos los Derechos para Todas, Todos y Todes (Red TDT) emitió un comunicado de carácter urgente. En su declaración, la Red TDT urgió a las autoridades a garantizar la seguridad de las y los habitantes en varios municipios afectados por los bloqueos y la violencia desatada.
Los municipios mencionados en el llamado de la Red TDT incluyen Frontera Comalapa, Chicomuselo, La Grandeza, Bella Vista, Siltepec, El Porvenir, Motozintla, Bejucal de Ocampo, Honduras de la Sierra, Mazapa de Madero, Amatenango de la Frontera, La Concordia, Montecristo de Guerrero y Ángel Albino Corzo. La solicitud de protección busca asegurar que las personas en estas áreas puedan vivir sin el temor constante que la violencia y el crimen organizado han impuesto en la región.
En el marco de la creciente violencia entre el crimen organizado en Chiapas, el 28 de junio de 2024 se produjo uno de los episodios más brutales en la disputa territorial entre grupos criminales.
Ese día, un video difundido por hombres armados mostró los cuerpos de sus víctimas tras un enfrentamiento en La Concordia. Los 19 cadáveres fueron hallados posteriormente en un camión de volteo por agentes de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC), reflejando la brutalidad y el nivel de violencia que marcan esta confrontación.
Un mes antes, el 13 de mayo de 2024, un ataque igualmente violento tuvo lugar en el ejido de Nueva Morelia, en Chicomuselo. Un comando de presuntos sicarios del Cártel de Jalisco Nueva Generación (CJNG) irrumpió en la comunidad y asesinó a 11 personas, entre ellas cinco mujeres y seis hombres. Entre las víctimas se encontraban dos catequistas de la iglesia católica, lo que añade una dimensión trágica al ataque.
El Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de Las Casas ha señalado que el ejido de Nueva Morelia se sitúa en una región estratégica debido a la presencia de la mina La Revancha, un importante yacimiento de barita. Esta mina es uno de los asentamientos de barita más grandes a nivel mundial, lo que convierte a la región en un objetivo clave para el control y la extracción de recursos minerales, aumentando el conflicto entre los grupos delictivos que buscan dominar la zona.