Esta situación refleja un rezago y falta de recursos indispensables, lo que evidencia una crisis para
el desarrollo
IVÁN LÓPEZ/PORTAVOZ
FOTO: JACOB GARCÍA
En Chiapas, la paradoja de la modernidad digital se vuelve evidente cuando se contrasta con la
alarmante falta de acceso a servicios de salud. A pesar de que el 66.1 por ciento de la población en
el estado carece de cobertura sanitaria, el número de usuarios de Internet creció a 3.1 millones de
chiapanecos en 2023. Este aumento reveló una brecha preocupante: mientras más personas se
conectan de forma digital, la falta de acceso a servicios como la salud persiste.
La expansión del uso del Internet y los teléfonos inteligentes contrasta con la situación económica
de muchas familias. Aunque un 67.4 por ciento de la población vive en condiciones de pobreza, el
acceso a tecnologías digitales sigue en aumento. Sin embargo, este acceso no se traduce en
mejoras en la educación o en el aprovechamiento de estos recursos. La mayoría de los usuarios de
Internet en Chiapas se enfoca en redes sociales y comunicación.
Este desbalance resalta la incapacidad de la infraestructura social para integrar las ventajas del
avance digital en la mejora de las condiciones de vida. El gasto en servicios básicos, como el agua,
sigue siendo una carga significativa para muchas familias, mientras que el acceso a dispositivos de
comunicación avanza rápidamente, aunque de forma desigual.
Desde 2018, el porcentaje de chiapanecos sin acceso a educación ha aumentado, al alcanzar un
31.1 por ciento en 2022. Esta cifra refleja un rezago educativo persistente, agravado por la falta de
recursos y la insuficiencia de servicios básicos. El crecimiento en el uso de Internet no ha sido
acompañado por mejoras en el acceso a educación, lo que perpetúa la desigualdad social.
Chiapas enfrenta un doble desafío: mientras la conectividad digital avanza, las brechas en servicios
esenciales y educación continúan ampliándose. El conflicto de tener acceso a tecnología moderna
mientras se carece de lo básico, demuestra la necesidad urgente de políticas que integren el
progreso digital con mejoras reales en la calidad de vida.