El papel de autoridades guatemaltecas ha sido crucial en la recepción y atención de los desplazados
ARGENIS ESQUIPULAS/PORTAVOZ
En un fenómeno sin precedentes, cientos de mexicanos han cruzado la frontera hacia Guatemala en busca de refugio ante la escalada de violencia en la Sierra Madre de Chiapas. La noche del jueves, un grupo de ocho familias, sumando 32 personas, ingresó a territorio guatemalteco huyendo de los enfrentamientos entre grupos criminales que asolan la región.
Desde el martes, el flujo de desplazados ha sido constante, alcanzando un total de 405 personas. El municipio de Cuilco, donde se encuentran los desplazados provenientes de Amatenango de la Frontera y Mazapa de Madero, ha organizado reuniones para coordinar la asistencia necesaria. El alcalde Andulio Epifanio Roblero Arrega lideró una sesión el viernes por la mañana, proponiendo la creación de un albergue seguro para estas familias, alejándolas de la peligrosa línea fronteriza.
Sin embargo, las familias desplazadas han expresado su deseo de permanecer cerca de la frontera para estar al tanto de sus hogares. Un funcionario de la Coordinadora Nacional para la Reducción de Desastres sugirió que quienes se rehúsen a trasladarse a lugares más seguros firmen un documento que lo conste. A pesar de esta propuesta, RobleroArriaga subrayó la responsabilidad del Estado mexicano en proporcionar seguridad a sus ciudadanos, instando a una acción eficaz y oportuna.
A pesar de que se esperaba la llegada de representantes de la embajada mexicana en Guatemala, estos no hicieron acto de presencia en las comunidades afectadas. En contraste, funcionarios del ayuntamiento, del Alto Comisionado de Naciones Unidas para Refugiados (ACNUR), del Instituto Guatemalteco de Migración, de la Cruz Roja, de la Policía Nacional Civil y del Ejército sí estuvieron presentes, brindando asistencia.
En un esfuerzo por salvaguardar a las personas afectadas por la violencia, el Instituto Guatemalteco de Migración ha iniciado un proceso de documentación para los más de 500 mexicanos que han cruzado la frontera huyendo de la inseguridad en sus comunidades. En colaboración con el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), se ha informado a los desplazados que pueden solicitar refugio en Guatemala, ofreciendo una luz de esperanza en tiempos oscuros.
PROCESO DE DOCUMENTACIÓN Y AYUDA HUMANITARIA
En la comunidad de Ampliación Nueva Reforma, los funcionarios del Instituto Guatemalteco de Migración han comenzado a entregar documentos a los mexicanos que llegaron desde Amatenango de la Frontera. El pasado martes, se habilitó uno de los salones de la escuela primaria local para facilitar el trámite de obtención del pase de permanencia por razones humanitarias, válido por 30 días y con la posibilidad de renovarlo continuamente. Esta medida tiene como objetivo brindar una estancia segura a los refugiados mientras se define su situación migratoria.
Uno de los primeros en recibir este documento fue un hombre de México Nuevo, municipio de Amatenango de la Frontera, quien arribó a Ampliación Nueva Reforma después de cinco horas de caminata por las montañas, acompañado por sus abuelos de 80 y 90 años. Con un tono esperanzador, expresó su deseo de que la paz regrese pronto a su comunidad para poder volver con su familia: “Esperamos en Dios no estar aquí en Guatemala mucho tiempo”.
El ACNUR ha lanzado un programa de información para explicar a los mexicanos sus derechos y opciones en Guatemala, incluyendo la solicitud de refugio. A través de folletos y charlas directas, se les ha informado que, si su vida corre peligro y no pueden regresar a México, pueden recibir apoyo para tramitar su condición de refugiado. Una funcionaria del ACNUR enfatizó la importancia de que los desplazados sientan que están en riesgo para proceder con la solicitud de refugio.
El Instituto Guatemalteco de Migración ha reiterado su compromiso con el Derecho internacional, asegurando que aquellos mexicanos que deseen retornar a su país recibirán apoyo consular para un retorno seguro, siempre respetando la voluntad de las personas en movilidad. Esta institución trabaja en estrecha coordinación con el ACNUR en Ciudad de Guatemala para implementar acciones de protección y asistencia.
En paralelo a los esfuerzos humanitarios, las fuerzas armadas guatemaltecas han intensificado sus operativos en la frontera para prevenir la entrada de criminales desde México. El general Miguel Ángel Orozco y el coronel Fredy Ramírez, líderes de una brigada de soldados de élite kaibil, recorrieron la franja fronteriza entre Monte Rico y Oaxaqueño hacia Ampliación Nueva Reforma. Los soldados han cavado trincheras y colocado francotiradores en puntos estratégicos para garantizar la seguridad.
Los habitantes de Monte Rico han tomado acciones para proteger sus comunidades, cerrando un paso informal que conectaba con Nuevo Amatenango, Chiapas. Construyeron un muro de un metro de altura con cemento y rocas para impedir el paso de vehículos de criminales. El general Orozco destacó que la brigada se ha desplegado desde Barillas (Huehuetenango) hasta Tectitán (San Marcos) para asegurar la frontera, señalando actividad reciente de hombres armados en la región y reforzando las medidas de seguridad en esos puntos críticos.
En medio de la crisis, la solidaridad comunitaria ha sido un rayo de esperanza para los refugiados. La Cruz Roja de Guatemala ha distribuido ropa, alimentos y material educativo a los niños mexicanos en Ampliación Nuevo Reforma. La comunidad local también ha mostrado su apoyo, con gestos como el de Guillermo Pérez Roblero y su familia, quienes repartieron tamales, sopa y frijoles a los recién llegados.
La situación de los refugiados mexicanos en Guatemala sigue siendo crítica, pero los esfuerzos combinados de las autoridades migratorias, las organizaciones internacionales y las comunidades locales ofrecen una posibilidad de alivio y un camino hacia la estabilidad. Mientras esperan que la violencia en sus comunidades disminuya, estos desplazados encuentran en Guatemala un refugio temporal y la esperanza de un futuro más seguro.
Roblero Arriaga reiteró la necesidad de establecer un albergue que concentre a la mayoría de los desplazados en un lugar seguro, alejado de la frontera. La Laguna, una comunidad con dos iglesias (una católica y otra evangélica), un puesto de salud y un domo, se ha propuesto como una posible ubicación para dicho albergue. Los habitantes de La Laguna han mostrado su disposición para recibir y apoyar a los desplazados, coordinando esfuerzos para proporcionarles los servicios necesarios.
Como parte de las acciones de ayuda, psicólogos llegaron el viernes para ofrecer apoyo a las personas afectadas por la violencia. Durante una visita el jueves por la tarde, RobleroArriaga fue testigo de disparos provenientes de grupos criminales en la carretera federal 201, que conecta con la Panamericana y la carretera 200 en la costa chiapaneca.
La coordinadora distrital del Ministerio de Educación, DelmiElizama Chávez Roblero, detalló la distribución de los mexicanos desplazados en el municipio de Cuilco: 240 personas en Ampliación Nuevo Reforma, 45 en Monte Rico, 40 en Unión Frontera, 12 en Oaxaqueño, 35 en Jocoquitlán y 32 en Villa Nueva, estas últimas ingresadas la noche del jueves.
Este éxodo masivo es un reflejo de la grave crisis de seguridad que vive Chiapas. La constante amenaza de los grupos criminales ha forzado a cientos de chiapanecos a dejar sus hogares y buscar refugio en tierras extranjeras. La situación en la Sierra Madre de Chiapas, donde los enfrentamientos armados se han vuelto cotidianos, ha desbordado la capacidad de respuesta tanto de las autoridades locales como de las organizaciones humanitarias.
El papel de las autoridades guatemaltecas ha sido crucial en la recepción y atención de los desplazados. Sin embargo, la magnitud de la crisis requiere una respuesta coordinada a nivel regional e internacional. La intervención del ACNUR y otras organizaciones internacionales subraya la gravedad del desplazamiento forzado y la necesidad urgente de soluciones sostenibles.
La comunidad internacional debe prestar atención a esta crisis humanitaria en desarrollo. El desplazamiento forzado de cientos de personas no solo es una tragedia humana, sino también una señal de alarma sobre el estado de seguridad en la región. Es imperativo que se tomen medidas para abordar las causas subyacentes de la violencia y proporcionar asistencia a los afectados.
Mientras tanto, las familias desplazadas continúan enfrentando una incertidumbre abrumadora. Aunque han encontrado refugio temporal en Guatemala, su deseo de regresar a sus hogares en México sigue siendo fuerte. La presión recae ahora en las autoridades mexicanas para garantizar la seguridad y el retorno seguro de estos ciudadanos a sus comunidades.
La situación en la Sierra Madre de Chiapas y el éxodo hacia Guatemala son un recordatorio urgente de la necesidad de paz y seguridad en la región. Es crucial que los gobiernos, organizaciones internacionales y la sociedad civil trabajen juntos para encontrar soluciones duraderas y prevenir futurosdesplazamientos forzados.