Manuel Velázquez
Jóvenes escritores, pintoras, arquitectos, artistas en general, cuando te ofrezcan una actividad para “promover o difundir tu trabajo”, pregunta qué diligencias de promoción o difusión se realizarán: ruedas de prensa, entrevistas, videos, diseños, volantes y fotografías o publicaciones en revistas especializadas, pendones y espectaculares o publicaciones en medios de comunicación masiva: en radio, prensa, televisióny redes sociales. Cuándo, dónde y con quién. A qué públicova dirigida la promoción, con qué frecuencia, con qué objetivo, con cuáles metas. Si lo que te ofrecen es difusión, promoción, entonces de qué estamos hablando. Te mintieron. Fue prevaricar: solo harán un diseño, una publicación aislada, sin público específico. Equivale a nada.
El trabajo artístico se debe realizar con profesionalismo, dedicación y entrega. Es importante realizarlo en términos claros y con beneficios mutuos. “Una corona de laurel sin dotación económica,” diles que te resulta imposible atender. Si aceptan un trato justo, por lo menos pueden compartir riesgos, presupuestos, gestiones, acciones o bien quedar como siempre y esperar que tengan las condiciones. Decide entonces si aceptas o no.
La vanidad es la debilidad del artista, una debilidad muy preciada. Escuchamos la palabra “premio,” “promoción,” “difusión,” “reconocimiento” y el ego se nos inflama antes de escuchar las condiciones. Luego, una vez atendidas, y por humillantes que resulten, no es fácil asumir que te han timado con un prevaricato cubierto de respetabilidad institucional. “Así va el mundo del arte, qué le vamos a hacer, no hay presupuesto”.
El mundo del arte está lleno de expectativas y estándares que se nos dice que debemos seguir y no se escapa de engaños y timos. Incluso a veces puede ser peor porque las reglas parecen ocultas. Hay un montón de cosas a las que creemos que tenemos que alinearnos y que nos hacen sentir que es necesario comprometer nuestro esfuerzo y perspectiva para ser percibidos como exitosos. Lo importante es que identifiquemos qué cosas realmente queremos. Hay que recordar que no hay una fórmula única para tener la vida que deseamos como artistas y como personas.