Los agresores disfrazan el control con gestos de cuidado, que aislan a las víctimas del apoyo social
CARLOS RUIZ/PORTAVOZ
En la actualidad, el feminicidio en Chiapas ha tomado formas más sofisticadas y menos visibles, según la psicóloga Anahí Vázquez. Contrario a la imagen tradicional de agresores que recurren a la violencia física, muchos feminicidas actuales utilizan métodos más sutiles para controlar a sus víctimas. Este cambio en la dinámica de violencia reveló una evolución preocupante en la forma en que los agresores perpetran el abuso, haciéndolo menos detectable y más insidioso.
Vázquez subrayó que, en lugar de recurrir a agresiones físicas evidentes, muchos agresores hoy en día enmascaran su control bajo un manto de preocupación. Esta estrategia implica un aislamiento gradual de la víctima, al eliminar su red de apoyo social mediante una aparente protección y cuidado. Este patrón no solo hace que el abuso sea más difícil de reconocer, sino que también intensifica la vulnerabilidad de las mujeres al separarlas de sus sistemas de soporte.
Este enfoque de control se convierte en una herramienta peligrosa, puesto que permite al agresor manipular de manera emocional a la víctima sin dejar signos claros de maltrato físico. La dificultad de identificar y abordar estos comportamientos insidiosos resalta una brecha crítica en la manera en que se detecta y se combate la violencia de género. La psicóloga enfatizó que, aunque la violencia de género sea cada vez más discutida, los métodos utilizados por los agresores se han adaptado para eludir las intervenciones tradicionales.
Vázquez vinculó este fenómeno con la persistencia del patriarcado arraigado en la cultura chiapaneca, que perpetúaprácticas de violencia contra las mujeres. A pesar de los esfuerzos educativos y los talleres disponibles, el cambio cultural necesario para erradicar el machismo sigue siendo lento.
La psicóloga hace un llamado urgente para que tanto la sociedad como las autoridades se adapten a estas nuevas formas de violencia. El reconocimiento de los patrones de abuso y la implementación de estrategias más efectivas para abordarlos son esenciales para combatir el feminicidio en su forma contemporánea.