A pesar de altas tasas en natalidad, crece tendencia entre jóvenes por priorizar la independencia personal
CARLOS RUIZ/PORTAVOZ
La evolución de las prioridades entre las generaciones X y millennial ha dejado su huella en la entidad, un territoriodonde aún prevalecen valores tradicionales, pero donde también se observa un cambio gradual en las dinámicas familiares. A pesar de que el estado continuó siendo una de las entidades con mayores tasas de natalidad en México durante 2022, las ideas de una vida sin hijos o sin matrimonio formal comienzan a ganar terreno, en especial entre las mujeres jóvenes.
La psicóloga clínica y psicoterapeuta Gestalt, Leticia Pérez de la Cruz, ha observado este fenómeno en su práctica, al indicar que, aunque la maternidad y el matrimonio siguen siendo valorados en muchas comunidades estatales, cada vez más jóvenes exploran opciones de vida que antes eran impensables. Este cambio de mentalidad es un reflejo de una mayor exposición a ideologías contemporáneas y de un deseo creciente de independencia personal y económica.
El contraste entre las altas tasas de natalidad en Chiapas y el descenso de nacimientos en otras partes del país, revela una tensión entre lo tradicional y lo moderno. Mientras que las políticas de planificación familiar y los movimientos sociales han llevado a una disminución en la tasa de fertilidad en otras regiones, la comarca aún enfrenta desafíos relacionados con el acceso a la educación y la salud reproductiva, lo que perpetúa la alta natalidad entre adolescentes.
A largo plazo, la presión económica y social sobre los jóvenes que eligen formar familias numerosas puede agudizarse, sobre todo en un contexto de recursos limitados y oportunidades económicas restringidas. Además, la creciente aceptación de estilos de vida sin hijos podría empezar a influir en la demografía local.
En definitiva, la región se encuentra en un cruce de caminos, donde las generaciones más jóvenes comienzan a cuestionar y redefinir las normas tradicionales que han regido la vida familiar durante siglos. Este proceso, aunque lento, podría llevar a transformaciones significativas en la estructura social y económica del estado en las próximas décadas.