Manuel Velázquez
Es común, quizá, por el tiempo que llevo dentro de la “escena artística en Xalapa” que la gente me pregunte, a veces por curiosidad, otras para “amarrar navajas”, ¿Quién es el artista más importante de Xalapa? Yo sin duda respondo: Gabriel Orozco. Obviamente, la gente se sorprende, quizá porque desconocen que Orozco nació en Xalapa o bien porque esperan un nombre más arraigado en la escena local. Sin duda alguna, Orozco es el artista más importante a nivel nacional e internacional, nacido en Xalapa, aunque se fue a los tres años y nunca le ha interesado hacer presencia local. Su trayectoria lo avala. Aunque a mí, el tema de la trayectoria y la relevancia artística siempre me han parecido nociones móviles, transitorias, líquidas, efímeras y dependientes de contextos y valores artísticos, ideológicos, económicos y sociales.
La trayectoria sigue siendo uno de los parámetros más importantes para un artista en el mundo del arte y son los museos, galerías y espacios expositivos los lugares de legitimación más importantes. Aunque evidentemente las cosas se están moviendo a las redes sociales como lugares de visibilidad. También operan las ferias, subastas, bienales, concursos, estímulos, becas, publicaciones, curiosamente las notas críticas y las revistas especializadas, catálogos y libros,han perdido su círculo de influencia, aunque aún son un referente.
Los premios y reconocimientos otorgados por instituciones también tienen su dosis de prestigio temporal dependiendo de quién las otorga y a quién se las otorga. El prestigio de los reconocimientos depende del intercambio de valores entre quienes participan. A veces, un reconocimiento en realidad termina siendo un desprestigio si es otorgado por una institución, político o personaje con dudoso valor para el mundo del arte, la sociedad, la academia o una comunidad en específico, o bien porque los anteriores reconocimientos fueron otorgados a personas de dudosa trayectoria.
El prestigio para mí, es intercambiable, los espacios de exposición dotan de prestigio al artista y el artista dota de prestigio a los espacios. Aunque todo esto es temporal. Los prestigios y las trayectorias se evaporan “como el perfume” si no se le alimenta y dotan de mayor prestigio. Son temporales y transitorios. Muchos artistas de mi época de estudiante, que se perfilaron como los grandes artistas de hoy, han dejado de tener vigencia en el mundo del arte, incluso han desaparecido y ya nadie los recuerda.
También hay que decirlo, hay artistas que mantienen un prestigio académico, pero fuera de la universidad nadie los ubica, otros tienen un prestigio dentro del círculo político o bien dentro de un ámbito más popular.
Hemos visto recientemente el caso de un artista muy popular en redes sociales que, pese a esto, no expone en museos y ningún personaje “serio” del mundo del arte lo toma en cuenta. Es algo muy habitual que los éxitos dependan de contextos, ideologías, valores, y otros de economía. El mundo del arte actual refuerza el prestigio por los valores económicos que en muchas ocasiones significan obras complacientes para los mercados, precisamente, porque mantenerlas en circulación requiere el sacrificio de conceptos o valores. Una bicoca vista desde los términos del beneficio económico.