Se enfrenta una creciente violencia, y el nuevo operativo del Ejército busca restablecer la paz mediante patrullajes
CARLOS RUIZ/PORTAVOZ
FOTO: JACOB GARCÍA
El despliegue de 100 elementos del Ejército Mexicano en Chiapas, anunciado por la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA), marca un cambio significativo en la lucha contra la delincuencia organizada en la región. Este operativo se presenta como una respuesta estratégica a la creciente violencia que ha perturbado la paz en el estado. El esfuerzo militar tiene como meta reforzar la seguridad y establecer un entorno en el que las actividades delictivas puedan ser controladas.
La intervención busca consolidar una presencia militar sólida en áreas claves afectadas por conflictos entre grupos armados y bloqueos carreteros. Al priorizar el patrullaje y la vigilancia, el Ejército pretende desmantelar las redes del crimen organizado que han sido una constante fuente de inquietud para la población local. Sin embargo, la verdadera eficacia de esta medida dependerá de su implementación y de la capacidad para generar un impacto en la reducción de la violencia.
El enfoque del operativo en cumplir con la Ley Nacional Sobre el Uso de la Fuerza y respetar los derechos humanos es crucial. La SEDENA ha destacado su compromiso con el orden y la estabilidad, pero el desafío radica en equilibrar la seguridad con la protección de las libertades civiles. La transparencia y la rendición de cuentas en las acciones militares serán fundamentales para mantener la confianza de la comunidad y evitar abusos que podrían agravar el conflicto.
El contexto actual en la región, caracterizado por conflictos y desplazamientos forzados, requiere un enfoque multidimensional. El despliegue militar es solo una estrategia. Para que esta sea efectiva, debe ir acompañada de iniciativas que aborden las causas subyacentes de la violencia, como la falta de desarrollo económico y las tensiones sociales que alimentan los conflictos.
Este operativo resalta la necesidad de una respuesta integral y coordinada para enfrentar los retos de seguridad local. La colaboración entre el Ejército, las autoridades locales y las federales debe ser continua y adaptativa, ajustándose a la evolución de la situación en el terreno. El éxito de estas medidas determinará si el estado puede avanzar hacia una paz duradera y una mayor estabilidad social.