Escasez de vías adecuadas y una mala planeación urbanística han incrementado el caos en la ciudad
IVÁN LÓPEZ/PORTAVOZ
Tuxtla Gutiérrez se enfrenta a una crisis de movilidad, con 310 vehículos por cada mil habitantes, esto supera el promedio nacional de 282 e incluso a la Ciudad de México, que tiene 303. Esta alta densidad vehicular refleja un problema estructural más profundo, donde la infraestructura de la ciudad no ha sido capaz de adaptarse al crecimiento exponencial del parque vehicular.
La sobrecarga de vehículos ha convertido a puntos clave de la ciudad, en zonas de embotellamiento crónico. La falta de vías alternas y la deficiente planificación urbana han contribuido a que las calles principales se conviertan en cuellos de botella. Los esfuerzos para mejorar la fluidez del tráfico, como la eliminación de semáforos en el boulevard, han tenido un impacto limitado, sugiriendo que las soluciones actuales son insuficientes.
El problema se agrava por la deficiente integración de los desarrollos habitacionales con la red de transporte existente. La falta de calles conectadas y la fragmentación de la ciudad han limitado las opciones para un flujo de tráfico eficiente, esto deja a la población atrapada en un mar de vehículos. La planificación urbana no ha seguido el ritmo del crecimiento vehicular, lo que crea un entorno donde las soluciones para la movilidad parecen ser temporales en lugar de reformas integrales.
A pesar de los esfuerzos de las autoridades para mitigar la congestión, como las modificaciones en el boulevard y el libramiento sur, los resultados han sido insuficientes. La eliminación de semáforos ha llevado a una acumulación de tráfico que, contrariamente a mejorar la fluidez, ha generado nuevos embotellamientos. La falta de carriles adecuados y la estructura desactualizada del libramiento sur evidencian una carencia de soluciones a largo plazo.
Para los residentes de Tuxtla Gutiérrez, el tráfico se ha convertido en una parte diaria de sus vidas, con largas horas de espera y desplazamientos interminables. La crisis de tráfico no solo resalta la ineficacia de la infraestructura actual, sino también la urgente necesidad de una revisión y actualización de la planificación urbana para asegurar una movilidad eficiente y sostenible en el futuro.