Manuel Velázquez
“¿Sabe por qué quiero hacer teatro?
– Realmente tengo muchísimo interés en saber por qué has venido aquí.
Se lo voy a decir. Quiero hacer teatro porque quiero hacer algo por mí y por los demás. Quiero hacer teatro porque creo que sirve para comunicarse entre los seres humanos, porque creo que puede ser un camino hacia el entendimiento y hacia la comprensión. Por eso.
– Así que quieres cambiar el mundo…
Pues sí, me encantaría cambiar este puto mundo. Y creo que todavía se puede”.
(Película Noviembre de Achero Mañas)
¿Pese a todos los pronósticos y advertencias de tus padres y familiares decidiste estudiar la licenciatura en artes, visuales, plásticas, danza, teatro, música o gestión cultural? Después de cuatro o cinco años estás a punto de egresar, ¿qué sigue?
La mayoría de las escuelas de arte se encuentran en crisis. Si tuviste suerte, aprendiste algunas técnicas o dominas bien un instrumento musical y sabes unos pocos conceptos de historia y nociones vagas sobre el mercado del arte. Con mayor suerte, tomaste talleres externos y pudiste hacer relaciones profesionales con otros artistas. ¿Qué sigue? ¿Poner tu taller? ¿Estudiar una maestría? ¿Cambiar de rumbo? ¿De ciudad? ¿Por dónde empezar?
Si te interesa dedicarte a la vida artística profesional, no hay duda: pon tu taller y traza una ruta de exposiciones, conciertos o presentaciones a corto, mediano y largo plazo, que te permita visibilizar tu trabajo y entrar a los mercados. Si lo que te interesa es la academia: estudia una maestría, un doctorado y posdoctorado y ve ingresando como profesor a alguna escuela en lo que llega la gran oportunidad (quizá nunca llegue) de una plaza por horas o tiempo completo.
Después de la universidad es fácil encontrar compañeros compitiendo por los mismos apoyos, premios, estímulos o becas que agranden su currículum y les den un recurso para sostenerse un tiempo, entretanto esperan algo mejor, pero ¿llegará? Lo más seguro es que no, o no para todos. La competencia constante es una forma de mantener desactivada la economía del artista. Cuando el sistema cultural se sostiene en la precariedad y la competencia por los apoyos, los vínculos entre el creador y el mercado corren el riesgo de dilatarse y fracturarse.
La escuela debe hacerse cargo del futuro de sus estudiantes y sus familias. Antes de ponerse a enseñar técnicas solamente, debería pensarse a sí misma como un lugar que ofrezca una propuesta para enfrentar la vida profesional. Un espacio donde se establezcan relaciones con otros pares, instituciones y mercados; inundado de arte, de visitas agalerías, museos y espacios culturales; donde se incentive a estar en contacto con el ambiente cultural local y nacional e introducirse de manera profesional.
Ser artista como una actividad profesional implica más conocimientos que los únicamente creativos. La etapa de prestigio es una carrera de largo aliento. Pepe Larraz (ilustrador de los mutantes de X-Men) resume, que para llegar a este punto el dibujante debe tener claro qué tipo de carrera quiere: “La gente te va a comprar lo que tú vendas. Si te especializas en hacer proyectos rápidos de una calidad media te van a llamar para proyectos rápidos de una calidad media. Pero si quieres llegar más allá, y eso es lo que yo intentaba, lo que necesitas es tiempo y que tus propuestas sean “inmejorables”. La profesionalización artística es una carretera en ambos sentidos. A mayor calidad, mejor mercado y precios. Pero, ¿basta con eso?
“Vivo rodeada de talento triste. Una generación marcada por la promesa de que el esfuerzo sería el éxito: licenciatura, idiomas, másteres… Una visita a un portal inmobiliario o escuchar las palabras de nuestros políticos demuestra que las necesidades más básicas son difíciles de conseguir. Antes soñábamos con casas con terraza y piscina, pero por ahora vivimos en locales rehabilitados mientras esperamos que nos toque la lotería o alguna herencia, porque el mérito no nos ha servido más que para el currículo”, señala Yasmina Zambrana Pujazón. Málaga (El País).
Los mecanismos que dan visibilidad al arte se han transformado. Lo individual, original y único que antes le otorgaba estatus, ahora lo disloca. El artista ya no es entonces una entidad subjetiva, aislada, sino un personajesocial, multifacético. Por lo mismo, si existe un artilugio para incorporarse al mundo del arte, este ya no es simplemente la “creatividad”, sino la capacidad de sociabilidad. Esto significaría que la sociabilidad del artista debe concebirse como parte del juego de la “vida profesional” y de la educación artística.