La violencia familiar sigue siendo la más común, con cónyuges y concubinos como principales
agresores
CARLOS RUIZ/PORTAVOZ
La reciente actualización de alertadegenerochiapas.org.mx reveló un panorama inquietante de
violencia de género en Chiapas. Entre enero y julio de 2024, se reportaron más de mil 200 casos de
mujeres víctimas de diversos delitos, aunque el número total de ellos ha disminuido respecto al
año anterior. Esta aparente reducción, oculta un persistente problema en la violencia familiar, que
sigue siendo la más frecuente.
Tuxtla Gutiérrez lidera en incidencias delictivas con un asombroso 54 por ciento de los casos
reportados, mientras que Tapachula ocupa el segundo lugar. Este patrón destaca una
concentración de violencia en áreas urbanas, sugiriendo que factores socioeconómicos y de
densidad poblacional podrían influir en la situación. La prevalencia en estas ciudades podría ser un
reflejo de la falta de recursos y apoyo en zonas con alta concentración de población.
Los datos también mostraron que la violencia física es predominante, con 522 denuncias, mientras
que la violencia sexual representa una fracción menor con 163. La alta proporción de casos no
identificados, con 340 reportes, sugiere una posible subestimación de la magnitud real del
problema. Este vacío en la categorización de casos puede ocultar la verdadera extensión de la
violencia y la necesidad de medidas de prevención más robustas.
La distribución por edad revela que las mujeres jóvenes de 18 a 29 años y las menores de 13 años
son las más afectadas. Este hallazgo destaca una vulnerabilidad alarmante en las etapas críticas de
desarrollo y educación. Las estudiantes, en particular, representan el grupo más grande de
víctimas, lo que podría indicar que las instituciones educativas y los entornos juveniles no están
preparados para prevenir la violencia.
El hecho de que los cónyuges y concubinos figuren como los principales agresores en 197 casos
indica que la violencia de género a menudo proviene de relaciones cercanas. La alta incidencia de
violencia dentro del hogar refuerza la urgencia de intervenciones que aborden las dinámicas de
poder y control en el ámbito familiar y promuevan entornos seguros para las mujeres.