Falta de infraestructura, deserción escolar y problemas con el pago a maestros reflejan un problema en dicho sector
IVÁN LÓPEZ/PORTAVOZ
El sector educativo en Chiapas enfrenta una encrucijada crítica con deudas acumuladas y una infraestructura deficiente que perpetúa el rezago en el estado. Aunque se ha avanzado en la cobertura educativa, la realidad en el terreno muestra un panorama desalentador. La transición hacia la nueva administración marca un momento crucial para abordar las carencias y enfrentar las deudas históricas que aún persisten.
En los últimos años, el estado ha visto mejoras en los índices educativos, con avances notables en cobertura preescolar y primaria. Sin embargo, estos logros contrastan con la dura realidad del rezago educativo que se ha agudizado debido a la violencia. Las aulas vacías, resultado de la inseguridad creciente en la región, revelan un problema más profundo: la deserción escolar se ha agravado por la falta de seguridad para los docentes.
La violencia ha dejado su huella en el sistema educativo. Cuatro docentes han sido levantados y dos asesinados este año, una tragedia que subraya la falta de protección para quienes desempeñan un papel vital en la educación de los jóvenes chiapanecos. La falta de condiciones seguras para asistir a las aulas ha llevado al cierre de escuelas y al aumento de la deserción escolar, que afecta a miles de estudiantes.
La falta de infraestructura es otra barrera significativa. Muchas escuelas operan en condiciones precarias, con aulas improvisadas y sin acceso a agua potable, lo que no solo dificulta el aprendizaje, sino que también pone en riesgo la salud de los estudiantes. La carencia de recursos básicos y de mantenimiento adecuado en las instalaciones educativas refleja una crisis que requiere atención inmediata.
Uno de los desafíos más urgentes para la nueva administración será la resolución de los adeudos en salarios para maestros interinos, que se han acumulado desde 2022. La presión para saldar estas deudas y mejorar las condiciones educativas es alta, y será un indicador clave del compromiso con la mejora del sistema educativo en Chiapas. El futuro de este sector depende de la capacidad del Gobierno para garantizar que los estudiantes reciban la educación que merecen.