¡Viva México! ¡Y que vivan sus mujeres cineastas!
Sheila X. Gutiérrez Zenteno
“En un mundo de hombres como este quiero avisarles que tengan cuidado, ahí viene la revancha de las mujeres. Cuando seamos mayoría vamos a mandar. Para mandar hay que estar informadas, aprender y estar preparadas”. María Félix.
2010 fue el primer año en el que IMCINE editó su Anuario Estadístico de Cine Mexicano. En aquel entonces, se reportó que en 2008, solamente cincomujeres lograron dirigir una película. En 2010 el número se incrementó a 15 películas; para el 2022 el panorama era completamente diferente. 14 años después del primer anuario, de los 258 largometrajes que IMCINE registró, 83 filmes fueron realizados por mujeres. En 2023 hubo una disminución en el rubro de filmes dirigidos por ellas (60 películas), sin embargo, se incrementó la cantidad de mujeres en procesos de producción.
En el mes de marzo de 2024, los estudios Churubusco tomaron la determinación de renombrar sus foros. ¿Su objetivo? Reconocer las aportaciones de las mujeres que fueron pioneras en el cine mexicano. Los nombres de Mimí Derba, Matilde Soto Landeta, Cándida Beltrán Rendón, Carmen Toscano, Adela Sequeyro, Elena Sánchez Valenzuela, Adriana y Dolores Ehlers y Gloria Schoemann, podrán leerse en los estudios de uno de los espacios más emblemáticos para el cine de este país.
La presencia de las mujeres en el cine mexicano no es reciente, ellas han formado parte de la industria cinematográfica, por derecho propio, desde los inicios del siglo XX, ya sea como directoras, productoras, montadoras, fotógrafas o asistentes de producción. Y a pesar de que en los inicios del cine estuvieron presentes, si usted pregunta sobre cine mexicano,seguramente obtendrá como respuesta el nombre de algún director o una película dirigida por un hombre.
Y no es que el trabajo de extraordinarios cineastas como Emilio “El Indio” Fernández, Abel Salazar, Ismael Rodríguez, Fernando de Fuentes, Rafael Baledón, Julio Bracho, Juan Bustillo Oro, Luis Buñuel (español nacionalizado), Luis Estrada, Arturo Ripstein, Guillermo Del Toro, Alfonso Cuarón, González Iñarritu, Enrique Rosas o Salvador Novo, o de cinefotógrafos como Gabriel Figueroa o el “Chivo” Lubezky no sea importante, contrario a ello sus aportaciones al cine mexicano son valiosas y reconocidas. Pero si las mujeres también han formado parte de esta historia,¿por qué no hablamos de su obra? ¿Por qué no conocemos su trabajo? Aunque usted no lo crea, la industria audiovisual no ha sido amable con ellas durante mucho tiempo, no solo antes, también hoy.
México es un país profundamente machista. Se trata de esa superioridad masculina que se refleja todos los días en los actos de violencia física, psicológica y emocional que viven las mujeres en su cotidianidad; en el uso de esas expresiones vulgares, agresivas o que descalifican a las mujeres y que mantenemos vigentes, cuando ─ conscientemente o no ─ usamos frases que dicen: “tenías que ser mujer”, “los hombresson más racionales que las mujeres” o “estas no son cosas para mujercitas”.
Pero hubo mujeres que rompieron barreras y se hicieron de un lugar en esta industria, luchando. Mimí Derba fue la primera directora en la historia del cine mexicano; Matilde Landeta fue script, asistente de dirección, guionista y directora; Carmen Toscano es considerada la pionera del montaje; Adela Sequeyro además de actriz, fue directora, guionista, productora y periodista; las hermanas Ehlers, Adriana y Dolores ambas fotógrafas, impulsaron el documentalismo; Cándida Beltrán Rendón escribió guiones y dirigió; Elena Sánchez Valenzuela produjo y dirigió documentales y Gloria Schoemann fue editora cinematográfica; mujeres que lograron en diferentes épocas ingresar a la industria fílmica dominada por los hombres.
No fue (ni es fácil), el machismo ha limitado a decenas de mujeres en la búsqueda de su realización como profesionistas y, aun así, han logrado salir avante. La industria del audiovisual en México no es la excepción; las mujeres que han formado (y forman) parte de ella, han tenido que tolerar acoso, hostigamiento o abuso, como consecuencia de la masculinidad hegemónica, que ha propiciado entre otras cosas, que el trabajo de las mujeres en la industria no se publicite de la misma manera que las creaciones de los varones, además, han tenido que enfrentar todo tipo de obstáculos para encaminar sus proyectos, desde la falta de recursos hasta la invisibilización de sus obras.
Mimí Derba (Herminia Pérez López), es considerada la primera directora del cine mexicano. Su primera película fue una adaptación de La dama de las camelias (1917). Al igual que Alice Guy Blaché en Francia, Derba no solamente dirigió, también fue productora y argumentista, de hecho, fundó, junto con Enrique Rosas, director de El automóvil gris (1919) laprimera productora nacional llamada Sociedad Cinematográfica Mexicana Rosas Verba y Compañía, que dio paso a Azteca Films. De sus películas solo se conservan fragmentos o referencias a ellas.
Matilde Landeta, escribió más de 60 películas y dirigió un total de siete filmes. Empezó su carrera como script(1930), fue asistente de dirección. Se sabe que sus proyectos fueron rechazados y al no conseguir financiamiento para hacer sus películas, hipotecó su casa y fundó su propia productora. El Morelia Film Festival cuenta en su sitio web que Matilde enfrentó a un gremio machista. Un día, desesperada porque no le permitían dirigir películas por ser mujer, tomó unos bigotes falsos, se puso un sombrero y entró al foro, diciendo que debía ser respetada como el hombre que era: “Yo quería ser asistente de dirección, pero me lo negaron porque era mujer (…) me tomaron una foto vestida de hombre, fui la diversión”, compartió Matilde en una entrevista realizada 1948, año en que estrenó Lola Casanova, su primera película.
Carmen Toscano montó las películas de su padre, Salvador Toscano, sin embargo, su película Ronda revolucionaria, una docu-ficción, fue censurada luego de su primera exhibición.
Gloria Schoeman, a quien se le otorgó en 1993 la Medalla Salvador Toscano por su labor como editora, tuvo que negarse a ser actriz, script ─ como Landeta ─ su interés estaba en la edición. Pudo hacerlo por contar con el aval de dos varones, Gómez Muriel y el cinematógrafo, Gabriel Figueroa. Editó a lo largo de su carrera más de 200 filmes, entre ellos: María Candelaria (1943), Las abandonadas (1944); Enamorada (1946), La perla (1947), Río Escondido (1948), Maclovia (1948) y Salón México (1949).
La experiencia de otras directoras de la época fue similar a la vivida por Matilde Landeta y Gloria Schoeman. Las mujeres parecían tener talento solo para actuar, o eso creía la industria y el reconocimiento fue limitado; después de Schoeman, solo Guadalupe Marino (especialista en corte de negativo) y Paz Alicia Garciadiego (guionista) han sido galardonadas con la Medalla Salvador Toscano, de los 30 reconocimientos restantes, todos han sido otorgados a hombres.
Esto no detuvo a las mujeres que continuaron abriendo espacios para las mujeres.
Entre 1970 y 1980, una nueva ola de mujeres se posicionó en la industria televisiva y fílmica. Creadoras como Bussy Cortés, María Novaro, Olga Cáceres, Maryse Sistach, acompañadas de actrices como Arcelia Ramírez, Diana Bracho, Dolores Beristaín, Helena Rojo o Josefina Echanove, abrieron espacio a nuevas narrativas enfocadas en las mujeres; lejos del estereotipo de la mujer del cine de ficheras (la mujer objeto fuente que brinda placer sexual) empezaron a desarrollar temáticas femeninas que no se habían abordado en la televisión o el cine mexicanos, demás las historias se contaban desde el punto de vista de las protagonistas.
La cineasta, guionista y documentalista mexicana Busi Cortés fue la primera mujer que realizó una ópera prima como estudiante del Centro de Capacitación Cinematográfica, sin embargo, la directora de El secreto de Romelia (1988) sabía que el camino para las mujeres seguiría siendo complicado y poco valorado, “incluso en las convocatorias para el financiamiento de los proyectos”. Busi fue homenajeada este año, en la edición 66 de los premios Ariel por su trayectoria, no alcanzó a recibir el Ariel del Oro en reconocimiento a sus aportes al cine de este país, falleció antes de recibirlo.
Hoy, el cine mexicano parece vivir un avance cuando se habla de la participación de las mujeres en la industria audiovisual, sin embargo, falta mucho por hacer cuando de machismo y violencia se trata. Las mujeres de la industria audiovisual decidieron crear la colectiva Cineastas Unidas y adherirse a la Red Lucerna, que busca erradicar en México, el Caribe y América Latina, esas estructuras que perpetúan la violencia y limitan el desarrollo profesional de las mujeres en un medio que extiende las violencias hasta las aulas de las escuelas de cine.
Hacen falta diagnósticos sobre las condiciones de vulnerabilidad de las mujeres en entornos educativos y laborales en relación al cine y el audiovisual. Aunque hoy, el número de mujeres en los proyectos se ha incrementado en comparación a 1917, la realidad es que el machismo sigue ahí; y ponernos bigotes y un sombrero como lo hizo Landeta no será suficiente para erradicarlo. Los diagnósticos son vitales para la propuesta y ejecución de acciones afirmativas que permitan la apertura de nuevos espacios que dignifiquen la labor de las mujeres en la industria audiovisual de en este país, sin premios y reconocimientos que lleguen tarde, cuando ellas ya no estén para recibirlos.