Sarelly Martínez Mendoza
La literatura chiapaneca actual cuenta con voces innovadoras, realmente brillantes, una docena de poetas y narradores que renuevan el espacio vital de la narrativa.
Uno de los que más me han sorprendido, porque se adentra en terrenos poco explorados, es Carlos Iván Sánchez (Tuxtla Gutiérrez, 1984), autor de Bazar nocturno, publicado por Coneculta Chiapas en 2022.
Su temática tiene como referencia una mitología propia, un mapa nocturno de personajes fascinantes, oscuros y enigmáticos, con finales abiertos, en donde se apela al compromiso imaginativo del lector.
Sumergirse en la obra de Carlos Iván Sánchez es cooperar de manera permanente con el narrador, completar guiños y pistas de un mundo imaginativo realmente rico, complejo, diverso y retador.
Bazar nocturno —dividido en Vía brevis y Somnus deorum— es una colección de relatos que suceden en la patria onírica, en el desfase de los sueños, lugar de alumbramiento de mitos y desvelos.
En el apartado Vía brevis, está un relato corto y redondo, titulado Descuido, que aborda la desaparición del ave fénix y los unicornios: “Durante el diluvio universal Noé tuvo varios descuidos justificados por la envergadura del proyecto y sus absorbentes responsabilidades. Uno de sus tantos gazapos —como el haber guardado las cenizas del fénix debajo de una gotera— fue embarcar en el arca a dos machos de unicornio, ignorante Noé de que las hembras carecían de cuerno”.
De fantasmas es, asimismo, atractivo, y bien podría abarcar solo estas líneas:
“Hoy en día los fantasmas —al igual que las luciérnagas se han vuelto rarísimos debido a la reducción de su hábitat: la noche. Edificios y comercios mantienen sus fachadas iluminadas a toda hora, y la municipalidad prefiere, para disuadir el crimen, incrementar el alumbrado público en lugar de la fuerza policial. El humano es un ser moderno y ambicioso que se empeña en trastornar la naturaleza entera y la suya propia. Ahora ha convertido la noche en sucedáneo del día”.
De Somnus deorum, el segundo apartado de Bazar nocturno,me quedo con Los ogros, La Orden de la Santa Durmiente, El deseo, Venganza, pero sobre todo El libro de Babel, que relata la historia del sultán y su destino a través de las páginas de un texto que le ha sido entregado.
En esas geografías mitológicas, los personajes son seres fantasmales, dueños de sus presagios, de sus combates interiores, sus sueños y sus sombras.
En estos relatos hay sorpresa, pero sobre todo la palabra precisa, la trama bien armada desde las ingeniosidades del buen contador de historias.
Nada es gratuito. Hay que repensar, a veces hay que releer, con la gratitud del lector apabullado, exigido, pero dispuesto a colaborar en la construcción de este mundo de palabras.
Deben existir muchas influencias en la obra de Carlos Iván Sánchez, debe haber hasta videojuegos o algunos de sus relatos podrían transitar sin dificultades a esos formatos. Hay, detrás, autores geniales, oscuros, rabiosos y oníricos.
Meterse por estos territorios, por donde los escritores chiapanecos no acostumbran caminar, es un riesgo y Carlos Iván decide adentrarse armado con un manejo magistral de la palabra y de los recursos de la buena literatura. Vale la pena leerlo.
Ya veremos en lo que viene en la obra de este escritor chiapaneco, que es magnífico, que es búsqueda y relato de su propia mitología.