Dr. Gilberto de los Santos Cruz
Nuestro país enfrenta una crisis de aprendizaje. Si bien los países aumentaron considerablemente el acceso a la educación, estar en la escuela no es lo mismo que aprender. En todo el mundo, cientos de millones de niños llegan a la edad adulta sin siquiera tener las habilidades más básicas, como calcular el vuelto correcto de una transacción, leer las instrucciones de un médico o comprender el horario de los autobuses, y mucho menos forjarse una carrera satisfactoria o educar a sus hijos.
Una buena educación, junto con el capital humano que genera, beneficia a los individuos y a las sociedades. En el caso de las personas, la educación aumenta la autoestima y fomenta las oportunidades de empleo e ingresos. Y en el caso de los países, ayuda a fortalecer las instituciones dentro de las sociedades, impulsa el crecimiento económico a largo plazo, reduce la pobreza y estimula la innovación.
Una de las principales razones por las que persiste la crisis del aprendizaje es que muchos sistemas educativos del mundo en desarrollo tienen poca información sobre quién está aprendiendo y quién no. Por consiguiente, es difícil para ellos hacer algo al respecto. Y ante la incertidumbre sobre los tipos de habilidades que requerirán los trabajos del futuro, las escuelas y los maestros deben preparar a los estudiantes con algo más que habilidades básicas de lectura y escritura. Los alumnos deben ser capaces de interpretar la información, formar opiniones, ser creativos, comunicarse bien, colaborar y ser resilientes. Lo ideal es que todos los niños y jóvenes aprendan y adquieran las habilidades que necesitan para ser ciudadanos y trabajadores productivos, satisfechos y participativos. Se centra en ayudar a los maestros de todos los niveles a ser más eficientes en su tarea de facilitar el aprendizaje, mejorar la tecnología para el aprendizaje, fortalecer la gestión de las escuelas y los sistemas, garantizando al mismo tiempo que los alumnos, desde el nivel preescolar hasta la edad adulta, estén equipados para tener éxito. El cambio comienza con un buen maestro.
Cada vez queda más demostrado que la crisis del aprendizaje es, en esencia, una crisis de la enseñanza. Para que los alumnos aprendan, necesitan buenos profesores, pero muchos sistemas educativos prestan poca atención a qué saben los maestros, qué hacen en el aula y, en algunos casos, si incluso están presentes.
Por suerte, para muchos estudiantes, hay maestros dedicados y entusiastas que, a pesar de todos los desafíos, enriquecen y transforman sus vidas. Son héroes que enfrentan los obstáculos y hacen posible el aprendizaje con pasión, creatividad y determinación. Una de estas heroínas trabaja en una escuela de Tuxtla Gutiérrez. En un aula colorida que ella misma pintó, usa metodologías creativas para asegurarse de que todos los niños aprendan, participen y se diviertan. En su clase, cada letra del alfabeto se asocia con el sonido de un animal y un movimiento de la mano, y cuando dice una palabra, la deletrea en voz alta con los sonidos y el movimiento, y los alumnos la escriben. Ella identifica fácilmente a los estudiantes que tienen dificultades con el material y ajusta el ritmo de la lección para ayudarlos a avanzar. Los niños participan, prestan atención, y no tienen miedo de cometer errores. Es una maestra que se asegura que todos los niños aprendan.
“Dada la función fundamental que desempeñan los maestros, al abordar la crisis del aprendizaje es necesario darles apoyo a ellos, puesto que son el factor más importante de cuánto aprenden los alumnos en la escuela”.
Sin embargo, los héroes necesitan ayuda. Es necesario asegurarse que todos los maestros estén motivados para hacer su trabajo lo mejor posible y equipados con lo que necesitan para enseñar con eficacia.
Para apoyar a los países en sus esfuerzos de reforma de la profesión docente, el Banco Mundial da a conocer una plataforma mundial denominada “Docentes exitosos, alumnos exitosos”. Esta iniciativa dirigida a los maestros aborda los desafíos clave que afectan la eficacia de los maestros, transformando la pedagogía en una profesión respetable y atractiva con políticas de personal efectivas, y garantizando que los maestros cuenten con las habilidades y los conocimientos adecuados antes de ingresar al aula y, posteriormente, brindándoles apoyo a lo largo de sus carreras. La tecnología ofrece nuevas posibilidades para la enseñanza y el aprendizaje. Los rápidos cambios tecnológicos aumentan los desafíos. La tecnología ya desempeña un papel crucial al servir de apoyo a los maestros, los estudiantes y el proceso de aprendizaje en general. Ayuda a los maestros a administrar mejor el aula y ofrecer diferentes retos a diferentes estudiantes. Y permite a los directores, padres y estudiantes interactuar sin dificultades. El uso eficaz de la tecnología beneficia a millones de alumnos, pero otros millones de estudiantes en el mundo en desarrollo no tienen acceso a ello.
“Nunca es tarde para que los jóvenes tengan la oportunidad de aprender. Nuestros jóvenes merecen estar equipados con las habilidades que necesitan para prosperar en un mundo laboral cada vez más exigente e incierto. Dado que los estudiantes de hoy serán los líderes del mañana, una educación de calidad y relevante es esencial para que las aspiraciones se conviertan en realidad”.