Los ejidatarios demandan soluciones inmediatas ante la falta de atención gubernamental
CARLOS RUIZ/PORTAVOZ
Las obras del Tren Interoceánico, destinadas a transformar la infraestructura en el sureste mexicano, han generado consecuencias no previstas en la región baja de Tapachula, donde comunidades como el ejido Congregación Reforma enfrentan los estragos de inundaciones que han alterado la vida cotidiana de cientos de familias. El relleno de vías para la colocación de los rieles, ha bloqueado los canales naturales de drenaje de las aguas pluviales, lo que causa graves afectaciones en cultivos y viviendas.
Las afectaciones no son solo materiales. El comisariado ejidal de la zona, Obed Peña Méndez, advirtió que las inundaciones han puesto en riesgo la salud de los habitantes. La acumulación de agua estancada ha provocado un aumento de enfermedades gastrointestinales y bronco-respiratorias, esto afecta a los sectores más vulnerables, como los niños y los ancianos. El costo de esta situación no solo se mide en términos económicos, sino en el bienestar de las comunidades.
Además de los daños a la salud, las pérdidas económicas son evidentes. Más de 700 hectáreas de cultivos, que incluyen maíz, soya y plátano, están anegadas. Los campesinos de la región, cuya subsistencia depende de la cosecha, han visto cómo sus tierras se han convertido en lagunas, lo que imposibilita cualquier esfuerzo de producción agrícola y genera una crisis económica local que, hasta ahora, no ha recibido atención adecuada.
El problema, sin embargo, no se limita a Congregación Reforma. Comunidades aledañas como Isleven, Tinajas y La Cebadilla, entre otras, también han sido afectadas por la construcción de la línea ferroviaria. Los habitantes de estas localidades han alzado la voz, pero hasta el momento, las soluciones han sido escasas.
El impacto del Tren Interoceánico en Tapachula plantea serios cuestionamientos sobre el equilibrio entre desarrollo e impacto social y ambiental. Las comunidades exigen respuestas, no solo compensaciones económicas, sino soluciones que permitan la continuidad de sus vidas y de sus actividades agrícolas sin el temor de que el progreso arrase con sus hogares y sus tierras.