Urge una reestructuración del sistema educativo para incluir a quienes han quedado fuera por años de desplazamiento forzado
IVÁN LÓPEZ/PORTAVOZ
FOTO: JACOB GARCÍA
El desplazamiento forzado no solo ha desarraigado a más de 110 niñas, niños y adolescentes (NNA) del sector Santa Martha, sino que también les ha negado el derecho fundamental a la educación. Tras más de dos años sin asistir a clases, estos menores se encuentran en una encrucijada educativa que refleja la crisis humanitaria en San Pedro Chenalhó. Refugiados en San Pedro Polhó, aún no han comenzado el ciclo escolar 2024-2025, pero recientes censos realizados por maestros de la zona podrían abrir una oportunidad para los menores.
El panorama es complicado para los niños mayores, muchos de los cuales, con edades de hasta 12 años, nunca aprendieron a leer ni escribir. El sistema educativo formal los ha dejado fuera; no aparecen en el registro oficial, lo que agrava su situación. El desplazamiento ha fracturado la continuidad educativa de estos menores, al crear una generación marginada que lucha no solo por su educación, sino por su identidad y pertenencia en el sistema.
La comunidad desplazada exige soluciones inmediatas, pero el reto es monumental. El censo es solo el primer paso en un proceso más complejo que requiere del apoyo de los tres órdenes de Gobierno. Los padres insisten en que se envíen más maestros para hacer frente a la demanda educativa de estos menores, pero también es crucial adaptar el sistema a las realidades de quienes, por su edad, han sido excluidos.
El rezago educativo en los desplazados de Santa Martha evidencia la falta de coordinación gubernamental en zonas de conflicto. Más que una simple demanda de infraestructura educativa, lo que estos padres piden es una respuesta integral que reconozca el derecho de sus hijos a aprender y a construir un futuro a pesar de las adversidades.
A medida que los días avanzan, la presión sobre las autoridades aumenta. La reanudación de clases es esencial, pero el reto real será garantizar que estos menores no solo retomen la educación perdida, sino que tengan acceso a un aprendizaje que responda a sus necesidades y contextos.