La crisis migratoria exige una respuesta integral que garantice un tránsito seguro para quienes buscan mejores oportunidades
CARLOS RUIZ/PORTAVOZ
FOTO: JACOB GARCÍA
El flujo migratorio por la ruta Costa de Chiapas ha cambiado, al pasar de seis a 30 nacionalidades que buscan llegar a Estados Unidos. Esta diversificación refleja no solo la búsqueda de mejores oportunidades, sino también la creciente vulnerabilidad de estos migrantes, quienes enfrentan un camino repleto de riesgos. El coordinador de la Casa del Migrante “Brazo de Dios” en Huixtla, Daniel Hernández Rabanales, alertó sobre las amenazas que persiguen a quienes transitan por esta peligrosa ruta.
La zona entre Escuintla y Mapastepec se ha convertido en un terreno hostil. Hernández Rabanales mencionó que este tramo es considerado el más inseguro, donde el secuestro y el asalto son cotidianos. Este aumento en la delincuencia organizada convierte a los migrantes en objetivos fáciles, lo que evidencia una falta de protección y atención de las autoridades migratorias. La impunidad en este sector no solo agrava la situación, sino que también expone las fallas en el sistema de seguridad pública.
La situación es alarmante: la delincuencia ha encontrado en los migrantes una forma de lucro. Al llegar a México, muchos se ven obligados a pedir ayuda a sus familias para poder cubrir rescates tras ser asaltados o secuestrados. Esta explotación despierta la necesidad de implementar políticas más efectivas que no solo busquen controlar el flujo migratorio, sino que también protejan los derechos humanos de quienes buscan una vida mejor.
Ante este panorama desolador, la Casa del Migrante ha tomado la iniciativa de ofrecer apoyo alimentario, al proporcionar cerca de 350 comidas diarias. Sin embargo, este esfuerzo es cada vez más insuficiente frente al aumento del flujo migratorio. La solidaridad de la comunidad y la iglesia es admirable, pero es crucial que se busquen soluciones sostenibles para atender las necesidades de los migrantes.
El camino hacia el norte no debería ser un viaje de sufrimiento y peligro. La crisis migratoria requiere una respuesta integral que incluya la colaboración entre gobiernos, organizaciones no gubernamentales y la comunidad para garantizar un tránsito seguro. Solo así se podrá transformar esta realidad y ofrecer a los migrantes, seguridad.