A través de la producción agrícola, este sector ha encontrado una vía para transformar sus vidas y acceder a mejores oportunidades
CARLOS RUIZ/PORTAVOZ
En Chiapas, un grupo de mujeres rurales ha demostrado que la tierra no solo se cultiva, también genera nuevas oportunidades. Cada día, estas mujeres transforman sus cosechas de café en una herramienta para forjar su propio camino económico. En lugar de depender de los cultivos de sus familias o de las escasas oportunidades locales, han decidido tomar el control desde la siembra hasta la comercialización.
Lideradas por la promotora y activista, Verónica Flores Hernández, estas productoras han encontrado en el café una fuente de crecimiento personal y colectivo. Desde 2019, Flores ha sido un pilar para más de 150 mujeres que ahora no solo siembran café y hortalizas, sino que también gestionan su propio negocio. A través de la cafetería Mukul Ná, inaugurada hace cinco meses, ellas no solo ofrecen su café al público, sino que han convertido este espacio en una plataforma donde su trabajo adquiere visibilidad y valor.
El impacto va más allá de la venta del café. Lo que antes era solo una actividad de sustento familiar se ha convertido en un proceso de empoderamiento. Muchas de estas mujeres, que no habían tenido la oportunidad de participar en decisiones de sus comunidades, ahora se ven a sí mismas como empresarias. Han ganado confianza, han aprendido a valorar su trabajo y, lo más importante, han descubierto que pueden ser agentes de cambio.
La diferencia clave en este movimiento no radica solo en el café, sino en la construcción de espacios que las mujeres mismas crean. A través de la Fundación Por una Nueva Solución, han recibido capacitación para mejorar sus cosechas y aprender habilidades empresariales. Esto les ha permitido entrar en el mercado local con productos de calidad, procesados por ellas mismas, y abrir una puerta a un futuro más prometedor.
Este modelo no solo es un ejemplo de éxito, sino una invitación a la comunidad a respaldar el comercio local. Las mujeres de comunidades de San Juan Cancuc, Tenejapa, Benito Juárez, entre otras, muestras lo que sucede si las mujeres rurales toman el control de su trabajo y su vida.