Sarelly Martínez Mendoza
José Antonio Rivera Gordillo (Comitán, 1867- San Diego, 1935) es un personaje casi desconocido, pese a la importancia que tuvo en el terreno periodístico, político y cultural en el Chiapas de fines del siglo XIX y principios del XX.
La obra José Antonio Rivera Gordillo, periodismo, política y poesía (UNACH, 2023), de Valente Molina Pérez, permite asomarnos a ese personaje fascinante que fue a veces crítico y otras veces condescendiente con la dictadura porfirista y que no pudo acomodarse del lado de los triunfadores en las vicisitudes de la Revolución.
Su error fue haber culpado de su derrota como candidato al Gobierno de Chiapas a Francisco I. Madero, quien con su muerte cobró dimensión de prócer y apóstol indiscutible de la democracia. Sus críticos, entre otros José Antonio Rivera, fueron encarcelados, asesinados o desterrados.
El comiteco se marchó a Estados Unidos en donde consiguió bienestar económico y honorabilidad en su carrera de abogado. Pudo haber regresado a México después de que se apaciguaran las olas revolucionarias, pero se quedó por aquellos rumbos de California, en donde falleció en 1935, a la larga edad, entonces, de 68 años.
Valente Molina, convertido en novelista de la realidad, dibuja aquella muerte, la imagina, la recrea y con el mérito de retratar la vida de este comiteco, en sus contradicciones, como lo somos todos, y en sus logros.
Rivera realizó sus estudios de educación secundaria en el Instituto Nacional Central para Varones de Guatemala. Era una costumbre que los chiapanecos, y más los de Comitán y Zapaluta, estudiaran en el país vecino. Ahí se formaron Flavio Guillén, Antonio Vera Guillén, Santiago Serrano y varios dirigentes mapaches.
Después de su estancia en Guatemala, Rivera marchó a la Ciudad de México en donde había una bulliciosa y activa colonia chiapaneca, a la que se integró plenamente. Practicó también el periodismo con artículos en donde criticó la dictadura porfirista.
En esos años de los 90 del siglo XIX, Porfirio Díaz reprimióa la prensa independiente, así que encarceló a directivos y colaboradores de El Demócrata, entre ellos a los chiapanecos Querido Moheno y José Antonio Rivera,quienes pisaron la cárcel de Belén.
Después, según coinciden los historiadores, la dictadura pasó a ser “dictablanda”. Hubo pocos encarcelamientos de periodistas y muchos de estos se plegaron a los intereses del porfirismo, se fueron de embajadores, cónsules o agregados culturales.
Rivera incursionó también en la política. Fue diputado por Chiapas y candidato a la Gubernatura. Contó con el apoyo de la élite sancristobalense, entre otros, Juan Félix Zepeda y Jesús Martínez Rojas, miembros de la “camarilla la mano negra”, dice Antonio García de León. No logró su propósito, y de este fracaso culpó al presidente Francisco I. Madero.
Por esa razón, cuando el presidente fue asesinado, Rivera Gordillo fue perseguido. También lo fue Querido Moheno, otro chiapaneco, quien tuvo que marcharse a Cuba. Rivera se fue a Estados Unidos, después de una estadía en Tijuana.
Aparte de abogado y periodista, José Antonio Rivera Gordillo escribió versos. No fue un innovador, pero fue un buen poeta. Hay dos poemas que me gustan: El soneto y Balún Canán, los cuales transcribo:
EL SONETO
Joya rara, primor de orfebrería
el soneto ha de ser por su elegancia;
conviene a su linaje la arrogancia
y le da nuevos lauros la osadía
grande de España a veces se diría,
o príncipe italiano, o par de Francia;
desdeña la vulgar intemperancia,
y es fiel a su blasón y su hidalguía
caballero gentil sobre pegaso
asciende por las falas de Parnaso
en busca de bellezas ideales…
¡y al descender de la celeste altura
ofrece a los selectos la dulzura
del néctar que robó a los inmortales!
BALÚN CANÁN
El “Junchavín” eterno vigilante
en florido edredón arrebujado
contempla el panorama dilatado
con mirada amorosa y penetrante
en su falda boscosa y ondulante
“Balún Canán” se aduerme, acariciado
por el aliento suave y perfumado
de la brisa que baja susurrante
el frente, la llanora sin medida,
de pinares idílicos poblada
y de cerros y alcores circuida
eI aquí y allá, dispersos o en bandada
haciendas y ranchitos que dan vida
a Comitán, mi cuna idolatrada.
Me quedo también con dos versos, porque al final como decía Paz, los poetas trascienden por un poema o un verso, y estos dos me parecen lecciones incluso en la vida actual:
“Si la vida es breve, me decía,
¿Por qué a veces la hacemos tan amarga?
Sobre la calidad literaria, lo dirán los especialistas, por lo pronto Valente Molina ha reunido en este valioso libro la obra poética de José Antonio Rivera y trazado la vida de un intelectual, inmerecidamente ignorado, que cabalgó entre dos siglos con la querencia de Chiapas y Comitán en sus escritos.