Roberto Chanona
Desde hace años vengo repitiendo que hay una serie de libros que sería bueno reeditar porque son obras invaluables para el acervo cultural de Chiapas. Uno de estos libros es: Así era Chiapas de don Miguel Álvarez del Toro. La primera vez que lo leí, hace unos 30 años, quedé pasmadoante la belleza del paisaje y la sencillez con la que narra este hombre tan querido para nosotros. Hoy, gracias al UNICACH y gracias a Becky Álvarez Rincón, que tiene los derechos del libro, se logró la reedición de esta obra tan valiosa.
Como les decía al principio, este libro debería estar en la casa de todos los chiapanecos para que tomemos conciencia de la majestuosidad de nuestra naturaleza. En este libro, don Miguel, nos platica cómo llegó en tren por primera vez a la ciudad de Arriaga. Traía su uniforme de cazador con su sarakof, debido a que el gobernador Rafael Pascacio Gamboa lo había contratado como taxidermista. Venía del museo del Chopo, si bien recuerdo, para realizar esas tareas en Chiapas. Este gobernador, al parecer, era un amante de los animales y le gustaba disecar las pieles. Entonces, iba al Museo de La Flora y Fauna donde trabajaba don Miguel. Atanta insistencia del mandatario a don Eliseo PalaciosAguilera para crear el Departamento de Viveros Tropicales y Museo de Historia Natural, hizo realidad el sueño de don Miguel de venir a trabajar a Chiapas.
Recuerdo que hubo varios pasajes de este libro que llamaron mucho mi atención. Uno de ellos, dice don Miguel, que venía caminando en la noche, cuando de lejos vio una bola de luz en el camino y en medida que se acercaba, esta ibacreciendo e iluminando con más intensidad. Cuando llegó al lugar, encontró un árbol cargado de luciérnagas, miles de ellas iluminando la noche estrellada.
De pronto, nos dice en otra parte, “al ir caminando, me detuve al escuchar una gran algarabía de guacamayas. Caminé de prisa hasta alcanzar un recodo que me permitía ver el sitio de la bulla y quedé pasmado del espectáculo que veían mis ojos. Del otro lado del río, una gigantesca ceiba estaba materialmente cubierta de estas hermosas aves, al grado que el árbol parecía tener un color escarlata… un espectáculo que ya no se puede ver más pues la caza inmoderada ha hecho que esté a punto de extinguirse su especie”.
Otro fragmento que me impactó fue cuando don Miguel nos platica, que una noche se quedó dormido en un cayuco estando el algún río de la selva y al transcurrir la noche, sintió que le golpearon el cayuco. Se despertó y con su lámpara, alcanzó a ver muchísimos ojitos rojos… Entonces se percató que estaba rodeado por un chingo de cocodrilos.
Hace unos años tuve la fortuna de visitar Isla Concepción enla Reserva de La Encrucijada donde don Miguel iba a cazar jaguares que el gobernador le pedía. Y ahí hay una anécdota que me parece fantástica, porque dice que doña Esther(esposa de su guía José, un hombre que no le temía a nada, salvo al Sombrerón), corría con su escoba a los jaguares porque se comían la carne de su almuerzo; esta mujer tuvo 12 hijos y ahora son sus descendientes los que atienden este refugio en la Reserva: “en casi 30 años de conocer esta región de Las Palmas, Sacapulco, El Manguito y Río Arriba, nunca he comprendido cómo tanta belleza ha sido desperdiciada por la industria turística, permaneciendo punto menos que ignorada. Es una zona llena de esteros, amplios canales y lagunas… De hecho, se podría uno embarcar en Boca del Cielo y llegar hasta Mazatán, quizá hasta Tapachul”.
No hay que olvidar que don Miguel Álvarez del Toro, aparte de crear el famoso ZOOMAT y tener una infinidad de premios y reconocimientos internacionales, tiene una obra muy vasta que vale la pena mencionar. De los libros que me acuerdo están: Los animales silvestres de Chiapas, 1952. Los reptiles de Chiapas. 1960. Las aves de Chiapas, 1971. Los crocodylia de México, 1974. Los mamíferos de Chiapas, 1977. Las arañas de Chiapas, 1992. Chiapas y su biodiversidad, 1993. Comitán, la puerta del sur, 1994.
Para terminar, me gustaría felicitar al rector de la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, maestro Juan José Solórsano Marcial, por haber propuesto la reedición de este libro que es una joya muy preciada. Ojalá que, en futuro, otras instituciones sigan su ejemplo y podamos ver pronto reeditada toda la obra de este gran hombre nacido en el estado de Colima, pero que entregó su vida y su corazón a Chiapas.