Organizaciones civiles exigen acciones concretas para que los menores en contexto de movilidad encuentren oportunidades
IVÁN LÓPEZ/PORTAVOZ
FOTO: JACOB GARCÍA
Chiapas se ha convertido en un reflejo de los retos y contradicciones del sistema educativo frente a la creciente movilidad migrante. Mientras miles de niños y adolescentes cruzan las fronteras en busca de seguridad y oportunidades, solo una fracción mínima encuentra un lugar en las aulas. Apenas dos de cada 10 logran acceder a la educación, lo que evidencia un sistema incapaz de absorber esta realidad.
El panorama es complejo: desde barreras burocráticas hasta la falta de infraestructura adecuada, las escuelas enfrentan desafíos para incluir a estudiantes provenientes de diversos contextos culturales y lingüísticos. Según el líder de las Bases Magisteriales Organizadas de la Sección 40, David Guzmán Salas, la llegada de niños migrantes no solo exige una adaptación curricular, sino también un esfuerzo sostenido para atender sus necesidades emocionales y culturales.
El reto es mayor con comunidades como la haitiana, donde el idioma se convierte en un obstáculo adicional. Pese a iniciativas aisladas, como la contratación de psicólogos en algunas escuelas de Tapachula, la mayoría de las instituciones carecen de recursos para implementar estrategias inclusivas. Esto deja a los menores en un limbo educativo, que aumenta su vulnerabilidad y perpetua el ciclo de exclusión social.
Organizaciones como el Proyecto Faro han señalado la urgencia de una intervención más integral. Su gerente, Desiree Rosales, destacó que la discriminación y la falta de orientación agravan el problema, dado que muchas familias migrantes desconocen cómo sortear el sistema burocrático. En este contexto, el acompañamiento de la sociedad civil y una mayor inversión estatal son clave para garantizar que la educación no sea un privilegio, sino un derecho accesible para todos.
Con Chiapas como epicentro de esta crisis, es evidente que la educación inclusiva debe ser prioritaria en la agenda de las nuevas autoridades. Más allá de discursos, se necesitan acciones concretas para atender la diversidad cultural y lingüística de los estudiantes migrantes, con la intención deque ningún niño quede fuera del aula por su origen o condición de movilidad.