Caminos intransitables y escuelas en ruinas reflejan marginación de comunidades indígenas en la
zona alta de Tapachula
IVÁN LÓPEZ/PORTAVOZ
En la lejanía de la zona alta de Tapachula, la comunidad indígena de Chespal Viejo enfrenta una
realidad marcada por la precariedad y el desamparo. La falta de servicios básicos de salud no solo
pone en riesgo a cientos de familias, sino que ha cobrado la vida de varios de sus habitantes. Esta
situación, más que un desafío logístico, evidencia un abandono histórico que ninguna
administración ha logrado remediar.
La portavoz de los comuneros, Arminda Pérez Vázquez, señaló que la ausencia de una unidad
médica funcional obliga a los enfermos a recorrer caminos intransitables para buscar ayuda en la
ciudad. Las emergencias, lejos de ser atendidas con rapidez, se convierten en un viacrucis, y no son
pocas las veces que mujeres embarazadas han dado a luz en el trayecto.
El problema no se limita a la salud; es un reflejo de un abandono estructural. Las escuelas locales
operan entre el deterioro y la insuficiencia, mientras que los programas sociales parecen no incluir
a los pueblos indígenas en su planeación. Pérez Vázquez señaló que, pese a las promesas de
transformación, en comunidades como Chespal Viejo, los discursos oficiales no se traducen en
acciones concretas.
Las familias de Chespal Viejo no piden lujos, exigen derechos básicos: acceso a salud, educación
digna y caminos transitables. Piden, además, que los gobernantes bajen de sus oficinas y
enfrenten la realidad de las comunidades más desfavorecidas. “Si no se escucha a los más
necesitados, no se puede hablar de justicia social”, reclamó Pérez Vázquez.
Mientras las necesidades básicas de comunidades como esta continúen desatendidas, queda en
evidencia que el desarrollo en Tapachula y la región está lejos de ser equitativo. Los comuneros no
piden caridad, exigen el cumplimiento de las promesas que alguna vez les hicieron, y recuerdan
que, en el fondo, su lucha es por una vida más digna.