Comunidad turística y cooperativas enfrentan dilema entre desarrollo energético y preservación
del turismo
CARLOS RUIZ/PORTAVOZ
FOTO: JACOB GARCÍA
En la Ribera Cahuaré, operadores turísticos que ofrecen servicios de lancha en el río Grijalva están
sumidos en la incertidumbre. El avance del proyecto hidroeléctrico “Chicoasén II” ha
desencadenado una disminución drástica en el nivel del agua, lo que desata temores sobre la
suspensión de los emblemáticos recorridos hacia el Cañón del Sumidero.
Algunos operadores han sido testigos de los bajos niveles en el río durante la última semana de
febrero, misma que podría extenderse a la primera semana de marzo. Este fenómeno, vinculado a
la construcción del proyecto “Chicoasén II” tiene como objetivo levantar una cortina de 30 metros
de altura y formar un embalse que abarcará 188 hectáreas. Además, se tiene planificado la
creación de un canal abierto con la intención de transformar el entorno fluvial en la región.
Ante la inminencia de estos cambios, Asunción López hizo un llamado urgente a las autoridades,
dado a que el futuro de los servicios turísticos en la zona se encuentra en riesgo. La incertidumbre
se intensifica, toda vez que las obras podrían limitar tanto la frecuencia de los recorridos como la
capacidad de pasajeros en las lanchas.
Las cooperativas han resentido una disminución del 50 por ciento en visitantes debido a
problemas de seguridad y violencia desde el mes de enero. Ahora, enfrentan una nueva amenaza:
mantener el equilibrio económico que representa el turismo fluvial y la necesidad de avanzar en
proyectos energéticos sostenibles que son necesarios para las autoridades locales y nacionales.
En el marco del proyecto “Chicoasén II” de la CFE, que abarca seis etapas de construcción, la
comunidad espera que se implementen medidas que mitiguen el impacto ambiental y económico
en la región. Mientras las maquinarias transforman el paisaje, la incertidumbre prevalece en la
Ribera Cahuaré, lo que deja en vilo el futuro del turismo fluvial en Chiapas.