Dr. Gilberto de los Santos Cruz
Emiliano Zapata Salazar nació el 8 de agosto de 1879 en Anenecuilco, Morelos.
Sus padres, Gabriel Zapata y Cleofás Salazar, eran pequeños terratenientes, lo
que influenciaría toda la vida de Emiliano, pues este lucharía por la devolución de
las tierras a los campesinos.
Al estallar la Revolución en noviembre de 1910, Zapata se adhirió a Francisco I.
Madero. En esta etapa inicial del movimiento armado, contribuyó con la toma de la
ciudad de Cuautla, estado de Morelos, en mayo de 1911.
Tras la victoria de los revolucionarios sobre Porfirio Díaz, Zapata promulgó el Plan
de Ayala (noviembre 1911), en el que desconocía a Madero como presidente al
considerarlo traidor por no atender las reformas sociales.
Como consecuencia del Plan de Ayala, se desataría una serie de batallas entre los
hombres de Zapata y el Ejército federal. Tras la muerte de Madero, en febrero de
1913, el Ejército Libertador del Sur siguió levantado en armas, al combatir contra
Victoriano Huerta y Venustiano Carranza.
Con la derrota de Pancho Villa ante Álvaro Obregón (1915), Zapata se quedó sin
su mejor aliado, viéndose forzado a retirarse en su estado natal. Aunque la fuerza
campesina se veía debilitada con la retirada del movimiento armado por parte de
Villa, Venustiano Carranza, jefe del Ejército Constitucionalista de 1914 a 1917 y
presidente entre 1917 y 1920, seguía estando inquieto.
Fue así como este ordenó al coronel Jesús Guajardo dar muerte a Emiliano
Zapata. El 10 de abril de 1919, el coronel citó amistosamente al Caudillo del Sur
en la Hacienda Chinameca, estado de Morelos. Sin embargo, se trataba de una
trampa. Al llegar allí, Zapata fue disparado desde una azotea por los hombres
enviados por Carranza hasta que perdió la vida.
El legado de Emiliano Zapata para la sociedad mexicana es inmenso. Su lucha a
favor de los campesinos trajo como consecuencia una gradual mejora de la
situación de estos, pues a lo largo de los años posteriores a su muerte, las tierras
empezaron a ser restituidas a los rurales.
Decretó la nacionalización de bienes de los enemigos de la Revolución para
destinarlos a la formación de instituciones bancarias dedicadas al fomento de la
agricultura, con el fin de evitar que los pequeños agricultores sean sacrificados por
los usureros y conseguir recursos para pagar pensiones a viudas y huérfanos de
esta lucha. A 104 años de su asesinato las ideas zapatistas están vigentes en las
luchas populares para lograr una patria mejor.
Corrido al Gral. Emiliano zapata
Aquí les traigo el corrido
de la traición insensata
que acabó con el caudillo
don Emiliano Zapata.
Fue en el año diecinueve
mismo de mil novecientos
y era en el nueve de abril
cuando sucedió el suceso.
Salieron de Tepalcingo
con rumbo hacia Chinameca,
Zapata iba con Guajardo
por creer que´era hombre de veras.
Dijo Zapata a Guajardo:
“Dormiré en “Agua de Patos”
y usted con los de su mando
siga a San Juan Chinameca”.
Contestó María Guajardo:
“Ta muy bien, mi general,
allá le tengo el regalo
de cinco mil balas más”.
Zapata durmió esa noche
con la dueña de su amor
que andaba también luchando
para la revolución.
Despertó en la madrugada
sobresaltado y le dijo:
“Se me afiguró que estaba
cerca de aquí el enemigo”.
La mujer le dijo entonces:
“Ayer te avisé que tengo
el negro presentimiento
de que te quebre el Gobierno”.
“Vete lejos de estas tierras
porque después será tarde,
pues si te quebre el Gobierno
los indios se mueren de hambre”.
Dijo Emiliano Zapata:
“Ya estás como la mujer
que por creer que me mataban
vino desde Cuautla ayer.
“Esas son supersticiones
que nadie las debe creer
Guajardo es de pantalones
y con él voy a vencer.
“Ya ves que quebró a la gente
de Bárcenas anteayer
y solo un macho de temple
tiene un igual proceder”.
Montado en un alazán
que le regaló Guajardo
llegó Zapata a San Juan
con cincuenta de su mando.
Con una ametralladora
y trescientos bien armados
Guajardo estaba en la hacienda
dizque hablando con Palacios.
Llegó el capitán Castillo
diciendo al jefe Zapata
que para que viera el parque
era mejor que pasara.
Contestó Zapata entonces:
“Voy a ver al coronel,
que vengan nomás diez hombres,
nada puede acontecer”.
Montó el precioso caballo
que a la hacienda caminó,
cuando el clarín dio tres veces
la llamada de atención.
Entraba el héroe a la hacienda
y una descarga lo hirió,
en lugar de saludarlo
esa tropa lo mató.
Todo su traje de charro
ensangrentado quedó,
y enfundada su pistola
también allí se manchó.
Allí nadie tuvo tiempo
de poderse a defender,
Guajardo acabó con todos
a los que dijo querer.
Así cayó en la emboscada
de Jesús María Guajardo
el gran general Zapata
que era un apóstol honrado.
Pablo González pidió
que ascendieran a Guajardo
y Carranza lo nombró
general divisionario.
Al día siguiente los indios
vieron al jefe ya muerto
y el corazón en un puño
se quiere salir del pecho.
Carranza le dio a Guajardo
por la muerte de Zapata
además de dicho grado
cincuenta mil pesos plata.
Los periódicos dijeron:
“Ya mataron a un bandido”,
pero los indios lloraron
la muerte de su caudillo.
Solo Dios que está allá arriba
y que juzga la intención
pudo saber que Zapata
era de un gran corazón.
Enterraron a Zapata
en una profunda tumba
pues creiban que se saldría
para volver a la lucha.
Quedaba viva en los indios
la verdad de su palabra:
“La tierra no pertenece
más que a aquel que la trabaja”.
Nueve años luchó Emiliano
por el ideal agrarista
y jamás tembló su mano
cuando exigió la justicia.
Así se acaba el corrido
de la traición insensata
en que se perdió al caudillo
don Emiliano Zapata.