La exigencia de rendición de cuentas podría haber originado dicha retención del presidente
municipal
CARLOS RUIZ/PORTAVOZ
La entidad se encuentra sumida en una ola de violencia desmesurada, con el reciente y
preocupante secuestro del alcalde Alfonso Gómez Gómez y su chófer. Los hechos se
desencadenaron en un restaurante camino al municipio de San Juan Chamula, momento que fue
aprovechado por un grupo de individuos armados, a bordo de un vehículo Tsuru sin placas que
irrumpió en el lugar y se llevó a las autoridades locales.
Este acto violento, más allá de la desesperante angustia que ha generado en la comunidad, pone
de manifiesto una alarmante escalada de inseguridad en Chiapas, territorio que durante mucho
tiempo ha luchado por mantener su identidad cultural y su riqueza natural. Algunas estipulaciones
señalaron que el secuestro podría estar relacionado con un supuesto incumplimiento de obras en
comunidades indígenas, lo que ha avivado las tensiones y ha llevado a grupos étnicos locales a
exigir cuentas claras y justicia.
La situación se torna aún más desesperante al observarse una tendencia creciente de ataques
dirigidos contra funcionarios públicos y aspirantes a algún puesto de elección popular en la región.
Desde retenciones hasta agresiones físicas, la integridad de aquellos que se comprometen a
liderar y servir a la comunidad está en peligro, lo que representa un riesgo para el tejido social,
democrático y de gobernanza en Chiapas.
Mientras tanto, las autoridades locales y la fiscalía han emprendido una ardua tarea de
investigación para esclarecer los hechos y dar con el paradero del alcalde y su chófer. La patrulla
en la cual se trasladaba el presidente municipal quedó abandonada y en resguardo de las
autoridades de la policía municipal.
Sin embargo, este acto de violencia recuerda la urgente necesidad de abordar las causas
profundas de la inseguridad en la región y de tomar medidas firmes y decisivas para proteger a los
ciudadanos y garantizar la paz en Chiapas.