La pesca se ve amenazada por sequía y el descenso en elnivel de la presa
CARLOS RUIZ/PORTAVOZ
En las aguas de la presa La Angostura, la incertidumbre se cierne sobre los pescadores locales mientras enfrentan la difícil realidad de una baja producción de mojarras. Para el experimentado pescador de la zona, Guadalupe Pérez Náfate, el panorama es preocupante: las capturas han disminuido de manera considerable, lo que provoca un riesgo económico para el sustento de su familia.
El desafío se intensifica con el descenso del nivel del agua en la presa, una consecuencia evidente de las temporadas de sequía. Las mojarras, en un intento por sobrevivir, se adentran en las profundidades, más allá del alcance de los arponeros. “Es como si se escondieran de nosotros”, detalló Pérez Náfate. Esta situación obliga a los pescadores a repensar sus estrategias, adaptándose a un entorno cambiante y desafiante.
En tiempos de lluvia, la pesca solía ser abundante, con arponeros que capturaban hasta 30 kilos de mojarras en un solo día. Sin embargo, estos momentos de alta producción se han vuelto cada vez más escasos, puesto que los pescadores luchan por mantenerse a flote y cumplir con la demanda que exige el mercado local. La necesidad los ha llevado a recurrir a la compra en viveros, una medida desesperada pero necesaria para sostener sus medios de vida.
A pesar de los desafíos, la comunidad pesquera de La Angostura se aferra a la esperanza. Con la llegada de las lluvias, anticipan un cambio en dicho ciclo, una oportunidad para que las mojarras regresen en abundancia. Mientras tanto, continúan su labor con determinación y perseverancia, conscientes de que la naturaleza es impredecible pero también generosa.
La situación en La Angostura es frágil. Los pescadores, arraigados en un estilo de vida que depende de la pesca,enfrentan un futuro incierto, sabiendo que cada día en el agua es una lucha por la supervivencia y un acto de fe en el ciclo interminable de la naturaleza.