Dicha ingesta se remonta a la prehistoria, siendo empleados principalmente en culturas chinas y japonesas
YUSETT YÁÑEZ/PORTAVOZ
Cuando comienza la temporada de lluvias, proliferan especies de hongos que abundan en la entidad, sobre todo en la región de Los Altos y Meseta Comiteca, sin embargo, el desconocimiento de sus características puede llevar a consumir especies que, incluso, pueden resultar letales.
“En el estado de Chiapas se conoce alrededor de 13 mil a 14 mil hongos de los cuales 40 o 50 son los tóxicos, entre ellos la manita verna, la manita virosa, que son los más tóxicos, son muy similares a los hongos comestibles como es el yuyo, es por ello que se recomienda no consumirlos si no se sabe la procedencia”, dijo Miriam Zúñiga Ramírez, encargada de intoxicaciones por consumo de hongos.
Desde el año 2020, la Secretaría De Salud estatal no ha reportado casos ni defunciones por esta causa, sin embargo,especialistas recomiendan estar atentos a síntomas como dolor abdominal, náuseas, vómito o dolor de cabeza, que pueden aparecer durante las primeras horas o hasta tres días después, según la cantidad y el tipo ingerido.
“Cuando los pacientes pueden llegar a presentar crisis convulsivas, pueden incluso a desarrollar un problema cardiovascular, un problema renal y sobre todo un estado de estupor, coma e incluso en este caso la muerte”, agregó Javier Arturo, médico general.
Y es que los hongos comestibles son una importante fuente de proteína, sin embargo, la recomendación es evitar su consumo si no conocemos su procedencia.
En Chiapas se han identificado más de 150 especies de hongos culturalmente importantes, reconocidos por tseltales, tsotsiles, lacandones, tojolabales, chujes, mames y zoques, y se han registrado alrededor de 250 nombres vernáculos.
En general, los hongos contienen de 19 a 35 por ciento de proteínas (el arroz tiene 7.3 por ciento; la soya, 39.1 por ciento; la leche, 25.2 por ciento). Es decir, se colocan solo por debajo de la carne en cuanto a contenido de proteínas, y muy por encima de otros productos vegetales y animales. También son ricos en aminoácidos, como la lisina, y vitaminas, como la tiamina, riboflavina, niacina, biotina y ácido ascórbico.
El consumo de hongos comestibles se remonta a la prehistoria. Los primeros datos escritos corresponden a varios siglos antes de Cristo en el sur de Asia y en la antigua Grecia. Hay referencias de que en las culturas orientales han sido empleados desde hace siglos, sobre todo en China y Japón. Los griegos creían que los hongos proveían de “fuerza” a los guerreros en batalla.