Juan Pablo Zárate Izquierdo
En estos días en que la próxima presidenta de México, Claudia Sheinbaum, anuncia su gabinete y al calor de la vorágine política sobre la administración pública en México en tanto de los nuevos cargos, nuevos espacios o nuevos acuerdos políticos, el país se va configurando hacia una recomposición política con todo lo que ganó Morena.
Hace años (18 para no irse tan lejos) aun imperaban esos partidos que se construyeron a lo largo de 90 años, dentro de ellos el entonces hegemónico PRI, durante ese lapso el PAN y con una amalgama de fuerzas sociales el PRD; todo lo demás, eran esfuerzos de asociaciones, agrupaciones, ciudadanía, minorías, que deseaban ser escuchados y que, en algún momento pudieronser partidos políticos pequeños y efímeros.
Tanto partidos pequeños como asociaciones políticas vivieron durante muchos años al amparo de ser considerados acaso por aquellas fuerzas de poder que durante décadas reinaban.
El caso del PRD es peculiar pues, muchas agrupaciones de ciudadanos lo conformaron en su nacimiento, solidificándolo y otorgándole un gran valor social, aunque después de ello, al interior, se quedaron como lo que después se les conocería como tribus, que más tarde le daría vida a una disidencia contra quienes se apoderaron del partido y ya no escuchaban a sus bases.
En el PAN que ha sido más cohesionado por lo que establecen sus estatutos con relación a su militancia y su manera de hacer política, no había disidencia tan visible, pero a lo largo de su consolidación y después de haber logrado y perdido la presidencia de la República, además de haber tenido en sus manos poder político real y del más alto nivel, también algunos panistas se sintieron desplazados o no escuchados, y al no tener el poder presidencial, deseaban buscar acceder a cualquier poder del que se habían acostumbrado o del que ahora solo la élite blanquiazul tendrá acceso.
En el caso del PRI tan peculiar es el asunto, que durante decadas hubo líderes políticos, gremiales y hasta empresariales, afines a ese partido que acapararon absolutamente tanto poder, incluso, al amparo de momentos en que no hubo transparencia, acceso a la información, rendición de cuentas, combate a la corrupción, e hicieron y deshicieron a su antojo sin escuchar ni a bases ni a sectores, lo que es un lastre en estos tiempos porque aunque haya relevo generacional, cualquier esfuerzo político que hagan,aunque sea genuino y con las mejores intenciones, seguirácargando con el estigma de ese reflejo de tantos años de corrupción y desprestigio.
Esos partidos, por su élite y dirigencias incrustadas en un poder exclusivo durante años, han perdido ahora ya la confianza de la ciudadanía, hasta de su propia militancia.
Después de la reciente elección presidencial, el saldo fue que el PRD está por ser declarado ya sin registro de manera oficial y desaparecerá, el PRI se desfondó a una quinta fuerza, el PAN apenas y pudo sostener una simpatía.
De los comicios del 2 de julio, aquellos grupos que nunca fueron escuchados al interior del PRD y que emigraron a conformar MORENA, se llevaron casi todo; aquel Partido del Trabajo, tan pequeño por momentos e incluso con riesgo a perder su registro en 2015, se llevó una buena parte; el Partido Verde Ecologista que siempre se coaligó con quien estuviera en el poder y en esta ocasión no fue la excepción, se ha convertido incluso en tercera fuerza y, un partido relativamente joven como lo es Movimiento Ciudadano tuvo un crecimiento muy considerable.
Quién dijera que todos aquellos que en un momento no fueron escuchados, ahora son quienes tienen el poder en sus manos.
Ahora, quienes deseen hacer política, aspiren a cargos políticos,administrativos o aguarden por entrar a cualquier negociación, máxime en estos tiempos de ingresar a cualquier espacio dentro de la esfera política, tendrán nada más ni nada menos que acordar con MORENA, PT, PVEM o MC, esas serán unas nuevas reglas de un juego político que delinea un panorama nuevo en México después de desterrar cacicazgos y oligarquías.
Lo que queda del PRI, PAN o reductos del PRD tendrán que construirse desde una oposición que habrá que rediseñar su estrategia, plataforma política, estatutos y reglamentos, acordes a una realidad y, no les quedará más que emprender un largo sendero por conquistar y acceder al poder que se les fue de las manos, aun cuando sus nuevas generaciones tengan que cargar con el estigma de aquella vieja política y viejos políticos que irremediablemente tendrán que sacudirse, si quieren llegar a buen puerto en los próximos años.